Los paneles solares en la casa de Tommy Clever en Berlín generan suficiente electricidad en los días soleados como para hacer funcionar su máquina de lavar, su aspiradora y otros electrodomésticos, y vender lo restante para alimentar fábricas y oficinas de la región.
A Clever le agrada el arreglo, recibe 51 céntimos de euro (0,68 dóalres) por kilovatio hora por la electricidad que realimenta la red desde su techo solar, lo cual es unas 10 veces más que el precio al por mayor que se paga a los propietarios de centrales nucleares o de carbón.
La tarifa de pago, impuesta por el Gobierno, tiene vigencia durante 20 años y le da a Clever una renta anual de un 9 por ciento sobre su inversión en la instalación fotovoltaica, informa la revista Bloomberg Markets en su número correspondiente a febrero.
“Fue mejor que poner el dinero en el banco”, dice el consultor ambiental de 39 años.Subvenciones como esta han hecho exitosa a Alemania en materia de energía verde.
El país obtiene más del 17 por ciento de su electricidad de turbinas eólicas, sistemas solares y otras energías renovables, comparado con un 6 por ciento hace una década, según la Federación Alemana de Energías Renovables.
El país adoptó las nuevas tecnologías limpias más rápido que cualquier otro excepto Dinamarca, su vecino más pequeño hacia el norte que tiene más turbinas eólicas instaladas que todos los demás países del mundo, sólamente superado por Estados Unidos y China. Más aún, el sector de energía renovable fue una de las mayores fuentes de nuevos empleos en Alemania en la década anterior y aumentó las exportaciones.
Ahora, la canciller Angela Merkel está expresando el temor de que el coste de esta energía limpia pueda afectar la competitividad de la industria alemana. Para mantener los precios de la energía a raya, Merkel proyecta conservar más tiempo las centrales nucleares existentes, abandonando un plazo fijado por el Gobierno anterior para retirar todos los reactores del país en 2022.
Ecologistas, opositores políticos e incluso algunas personas en su propio partido dicen que Merkel está dando marcha atrás con respecto a los objetivos de Alemania en materia de energía verde.“Su política trata de postergar una transición importante a la energía renovable de la que dependerá la prosperidad futura de Alemania”, dice Matthias Adolf, profesor de Relaciones Internacionales y Energía en la Universidad Libre de Berlín.
Merkel dice que su proyecto establece un equilibrio, protegiendo a fabricantes alemanes como Siemens AG y Volkswagen AG de los aumentos en los costos de la electricidad que podrían tornar no competitivas sus exportaciones, al mismo tiempo que continúa agregando energía verde. “Creo que podemos decir que nuestro sistema energético será el más eficiente y ecológico del mundo”, dijo Merkel el 6 de septiembre del año pasado.
El Gobierno sancionó el nuevo programa para el sector eléctrico en septiembre. Es la primera iniciativa importante en el área de energía que Merkel ha presentado desde que asumió el poder en 2005 y el primer cambio de rumbo desde que se sancionó la ley sobre energía renovable en 2000.
Si bien Merkel mantuvo el precio preferencial que ha estimulado la instalación de paneles solares como el de Clever y la construcción de parques eólicas, sus críticos dicen que está fijando los incentivos a un nivel demasiado bajo.
El rechazo a la energía nuclear
La energía nuclear es impopular en Alemania a pesar de que su vecina Francia depende de reactores para tres cuartos de su electricidad y está construyendo más. La explosión y el incendio de 1986 en la planta de Chernóbil en Ucrania, antigua Unión Soviética, que emitió una columna de radiación que llegó a gran parte de Europa, puso la opinión pública en contra de esta tecnología.
Sólo un tercio de los alemanes cree que postergar el retiro de las unidades nucleares es necesario para contribuir a la transición a los renovables, según un sondeo encargado por el grupo ambiental Greenpeace y realizado por TNS Emnid.
Jürgen Trittin, dirigente del Partido Verde, que fue socio en el Gobierno cuando comenzó seriamente la ofensiva por los renovables una década atrás, dice que el crecimiento del empleo alemán depende de que continúe la expansión de la energía eólica y la solar. “Deberíamos salir más rápido de la energía nuclear y depender más de la energía renovable, que nos ha llevado a un superávit de exportaciones”, dijo en un discurso al parlamento nacional en octubre.
Unos 340.000 trabajadores en Alemania están empleados en la fabricación e instalación de turbinas eólicas, paneles solares y otros equipos de energía limpia. Esa fuerza laboral se duplicó desde 2004, según el Ministerio de Mdio Ambiente. El fuerte mercado interno en materia eólica y solar ayudó a empresas alemanas como Siemens a desarrollar tecnologías limpias que se venden en el mundo entero.
De todos modos, pese al crecimiento de las exportaciones, el empleo en empresas de energía limpia de Alemania sigue siendo sensible a los cambios en la política pública, dice Claudia Kemfert, jefa del departamento de energía y medio ambiente de DIW Berlin, un instituto de investigación económica.
Incrementar las instalaciones eólicas marinas representaría un próximo paso para Alemania, que está rezagada con respecto a Dinamarca y el Reino Unido en esta categoría. Las turbinas gigantescas ancladas en el lecho marino requieren una inversión inicial mayor, y la probable participación de grandes productores de energía como Rweag, pero muchos temen que el Gobierno no apoye el proyecto.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.