Iberdrola liderará el Proyecto de Redes Inteligentes en su dimensión tecnológica, pondrá sus actuales activos de distribución en Bilbao y Portugalete a disposición del mismo, y conseguirá a través de estas inversiones mantener su condición de empresa eléctrica referente en cuanto a la calidad y eficiencia de sus redes eléctricas.
El Gobierno vasco, a través del EVE, aportará apoyo financiero para compartir los riesgos económicos y tecnológicos de las inversiones a realizar, y supervisará el cumplimiento de los compromisos en materia de ahorro y eficiencia energética, la mejora de la calidad del servicio a los consumidores y del desarrollo tecnológico asociado a la red de distribución.
Por su parte, la Diputación vizcaína pondrá a disposición del Proyecto de Redes Inteligentes sus recursos en el Territorio Histórico de Bizkaia y su conocimiento del mismo, al objeto de que la estructuración e implementación del proyecto se lleve a cabo de la forma más eficiente dentro del marco legal vigente.
A su vez, BBK se encargará del diseño y de la estructuración financiera del proyecto de Redes Inteligentes, de tal forma que éste resulte viable y se desarrolle en el más breve plazo de tiempo.
Se estima que en total el despliegue de estas nuevas redes inteligentes requerirá de una inversión aproximada de 60 millones de euros en los próximos tres años. Para su desarrollo, está prevista la constitución de una sociedad instrumental, formada por Iberdrola y el Ente Vasco de la Energía (EVE), en la que ambas realizarán las aportaciones económicas necesarias para la transformación y modernización de las actuales instalaciones de distribución de energía eléctrica.
El objetivo de las inversiones será situar al proyecto como un referente tecnológico a nivel mundial y servir de proyecto tractor de empresas e infraestructuras energéticas innovadoras en Euskadi.
Las redes de distribución conducen la energía eléctrica desde las líneas de transporte de alta tensión hasta los puntos en los que se realiza el consumo en empresas y domicilios particulares. Las redes inteligentes son básicamente redes de distribución dotadas de sistemas y elementos que proporcionan información a las empresas de distribución y a los usuarios con objeto de optimizar el uso de la energía eléctrica.
La puesta en marcha de una red inteligente supone entre otras cosas la sustitución de los contadores clásicos por contadores inteligentes, capaces de transmitir directamente las lecturas periódicas a la empresa de distribución de manera automática.
Los objetivos que se persiguen con la implantación de las redes de distribución eléctrica inteligentes se orientan a conseguir ventajas y beneficios, tanto para los usuarios de las mismas como para la sociedad en su conjunto y el entorno socio económico.
La instalación de los llamados contadores inteligentes pone a disposición de los consumidores información relativa a sus hábitos de consumo y a la calidad individual del suministro que recibe. De esta forma, el consumidor puede tomar decisiones informadas respecto a sus consumos de energía eléctrica. La facturación se realiza siempre con lecturas reales. Mejora de la calidad del suministro eléctrico y la atención a incidencias y modificaciones contractuales.
Entre los beneficios para el entorno socio-económico se encuentran: Avance hacia la integración de las energías renovables, de pequeñas plantas de generación distribuida y del vehículo eléctrico; Impulso a un proyecto innovador que permitirá validar las tecnologías utilizadas y sus rendimientos económicos, al objeto de extender su implementación a otros ámbitos y situarlo como un referente a nivel mundial; Generación de inversión en infraestructuras energéticas con un efecto tractor sobre la actividad económica y empresarial asociada a la misma.
Los beneficios para la sociedad son la mejora de la seguridad en las instalaciones y en las operaciones, y la disminución de las emisiones de CO2 por la mejora en la eficiencia energética y la reducción de pérdidas en la red.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.