El negocio de la energía eólica está empezando a despuntar en la Argentina. De la mano del Estado, que garantiza -vía contratos de compra de electricidad- la rentabilidad de los proyectos, este año se dio a conocer la construcción de parques eólicos de aerogeneradores por más de 1.500 millones de dólares. Y esa cifra va camino a incrementarse en los próximos meses con nuevos anuncios.
Las obras en carpeta están encuadradas bajo la órbita del programa Genren, lanzado el Gobierno para incentivar la inversión en energías renovables. En líneas generales, la iniciativa propuso una licitación para elegir los mejores emprendimientos de fuentes alternativas de generación eléctrica (eólica, termosolar, fotovoltaica, biocombustibles y minicentrales hidráulicas).
Las ganadoras van a firmar un contrato de compra-venta con Cammesa, la empresa mixta que administra el mercado eléctrico, a un valor diferencial de la energía, mucho más alto que el promedio spot. El precio de la generación eólica, por caso, rondará los 130 dólares por MWh, cuatro veces más que el importe tradicional (30 dólares MWh).
Con esos incentivos, que provocarán importantes erogaciones para el Tesoro Nacional, el sector público repagará la inversión de los desarrolladores privados. Un primer vistazo a los adjudicatarios del Genren permite encontrar a algunos pocos jugadores con peso específico propio y una gran mayoría de compañías prácticamente desconocidas para el gran público.
Los jugadores
Entre las primeras se encuentran Impsa, el buque insignia de la familia Pescarmona, con una amplia trayectoria en la construcción de represas hidroeléctricas y con varias fábricas de aerogeneradores instaladas en el mundo, y la española Isolux, una constructora que después de ganar buena parte de la obra pública en la península Ibérica (con el aval del gobierno de José Luis Zapatero) decidió hacer lo propio en la Argentina y hoy participa de muchos proyectos impulsados por el Ministerio de Planificación, a cargo de Julio De Vido (desde centrales hidráulicas hasta acueductos e infraestructura vial).
Impsa es el único actor privado que dispone de un parque eólico de mediana envergadura en operación en el país (el resto son pequeñas unidades instalados de forma aislada) y el amyor fabricante latinoamericano de turbinas eólicas. Se trata del parque eólico Arauco, recientemente inaugurado en La Rioja, con capacidad para producir 30 MW.
A ese se le sumarán en el lapso de los próximos 24 meses tres parques eólicos más, que sumarán 105 MW de potencia eólica: dos estarán montados en Santa Cruz y uno en Chubut. Su puesta en marcha, a un coste promedio de 2 millones de dólares por cada MW instalado, demandará más de 200 millones de dólares.
El doble, es decir, 400 millones, es lo que deberá invertir Isolux, que se adjudicó cuatro parques eólicos en Rawson. Cada uno generará 50 MW de electricidad para lograr un total de 200 MW.
La lista de actores sin demasiados pergaminos energéticos que apuesta a ganarse un lugar en la industria eólica incluye a varias figuras de renombre del core bussines local. Desde Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, que quiere instalar dos parques eólicos de 50 MW en Río Negro, hasta José Luis Manzano, que a través de su firma Andes Electricidad apunta a generar 80 MW eólicos en Mendoza, pasando por varias empresas regionales cercanas a distintas gobernaciones provinciales y al Poder Ejecutivo nacional.
El mayor ganador del Genren cumple a la perfección con ese perfil. Se trata de Emgasud, del empresario chubutense Alejandro Ivanessevich y el grupo norteamericano AEI, que se adjudicó 300 MW eólicos y 35 MW generados con biocombustibles. En total, la empresa se quedó con un 30% de las iniciativas licitadas en el Genren (895 MW). Con lo cual, deberá invertir alrededor de 700 millones de dólares para poner en funcionamiento sus compromisos.
Ivanessevich tiene un fluido vínculo con el gobierno nacional. En su momento incluso sonó como uno de los posibles compradores –con guiño oficial- de Metrogas, la principal distribuidora de gas del mercado, y la transportadora TGS.
El empresario intenta desde hace algunos años posicionarse en el negocio eólico. En Chubut aprovechó su buena sintonía con la gobernación de Mario Das Neves (luego disipada por la pelea del gobernador con Néstor Kirchner) para liderar el proyecto Ingentis –junto con la empresa Pampa Energía- que preveía la instalación de un parque eólico de 500 MW de potencia. Sin embargo, tras varias ideas y venidas la iniciativa está postergada.
Emgasud está ahora abocada al equipamiento de sus parques eólicos adjudicados por el Genren. En ese sentido, acaba de firmar un acuerdo con la danesa Vestas para la provisión de 43 aerogeneradores para instalar 77 MW de potencia en Rawson.
Otro nuevo jugador nacional que se ubicó expectante en el mercado eólico es Sogesic, que se hizo fuerte en Buenos Aires, donde impulsa proyectos eólicos por 99 MW. Sociedad General de Servicios, Industria y Construcción nació 1995 como un desprendimiento de AUBRAC S.A. En los últimos años decidió incursionar en las energías renovables, donde a partir de su poder de llegada a la administración de Daniel Scioli logró adjudicarse iniciativas por 200 millones de dólares.
La lista de players locales en el negocio eólico incluye también a varios empresarios con presencia en la industria petrolera. El propio Eurnekian explora a través de Unitec Energía –la firma que creó que producir biodiesel en Santa Fe- y en asociación con Oil M&S, del empresario K Cristóbal López, cinco campos petroleros en Santa Cruz.
Ahora, el titular de Corporación América busca acceder a una tajada de la segunda etapa del Genren, que recibió nuevas ofertas eólicas (los ganadores se conocerían en el primer trimestre de 2011). En UTE con la española San Jorge y la estatal rionegrina Invap apunta a construir dos parques eólicos de 50 Mw cada uno en Cerro Policía, una localidad de la provincia patagónica.
Aunque sus pasos en el negocio del oro negro son todavía infructuosos (ninguno de los campos que se adjudicó con su firma Ketsal/Kilwer está en producción), otro de los empresarios ligados al petróleo que baraja planes con energías renovables son el ex ministro menemista José Luis Manzano, y su inseparable socio mendocino Daniel Vila, dueño de varios medio de comunicación.
El tándem ofertó en el Genren II la construcción de dos granjas de aerogeneradores en el distrito cuyano por medio de sus empresas Hidroeléctrica Ameghino y Andes Electricidad S.A., que cotiza en la Bolsa de Londres en busca de inversores verdes.
Con vasta experiencia en la industria de hidrocarburos, a la que la brinda servicios petroleros desde hace más de 30 años, la neuquina Ingeniería Sima es otra de las empresas petroleras que apuntó sus cañones hacia la tecnología del viento. La compañía perteneciente a la familia Manfio concretó este año una jugada ambiciosa: compró un porcentaje accionario de Invap Ingeniería –una subsidiaria de la estatal rionegrina- para desarrollar en conjunto parques eólicos en la Patagonia. En el Genren II presentó un proyecto para instalar una parque de 50 MW en Auquinco asociada con Gas & Petróleo de Neuquén, la firma creada por la gobernación de Jorge Sapag para apuntalar el negocio energético.
Por último, otro caso que articulación entre los negocios renovables e hidrocarburíferos es el grupo Inversiones Bibiloni, que colocará 150 millones de dólares para poner en marcha de un parque en la ciudad cordobesa de Villa María de 60 MW, junto con la empresa española M. Torres. Inversiones Bibiloni es el dueño del Yacht Club Puerto Madero, de la forestadora María José (Misiones) y de la explotación petrolera Lago del Desierto.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.