A estas alturas son ya muy pocos los que creen en la posibilidad de alcanzar un acuerdo global para la protección del clima. “Copenhague destruyó el enfoque mundial”, afirma Christoph Bals, de la organización Germanwatch. Hasta nuevo aviso, se incidirá a partir de ahora en enfoques a menor escala.
El objetivo de la Conferencia anual sobre el Cambio Climático de la ONU es desarrollar un acuerdo que suceda al Protocolo de Kioto, que dejará de estar en vigor a partir del año 2012. Hasta el momento, este protocolo es el único instrumento internacional jurídicamente vinculante para las políticas contra el cambio climático.
A pesar de ello, los países industrializados se han visto obligados a reducir sus emisiones de CO2 en cantidades relativamente pequeñas. Para una protección sostenible del clima es necesario mantener el calentamiento global a 2 grados por encima de los niveles de temperatura que se daban previamente a la industrialización. Pero este objetivo ya no es realista hoy día. Según estimaciones, la temperatura llegará a subir entre tres y cuatro grados.
En la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (COP15) en Copenhague, los delegados no pudieron llegar a más que un “consenso mínimo”. Esto se traduce en un fondo de primeros auxilios para los efectos del cambio climático de 30 mil millones de dólares, que se establecería en los próximos dos años. Además, se aceptó en principio un requisito anual de 100.000 millones de dólares para el periodo comprendido hasta el año 2020.
Todas estas promesas deberían pasar a ser acuerdos jurídicamente vinculantes en la Conferencia de Cancún, donde también se explicará el origen de los medios necesarios. Puesto que los pagos de los presupuestos nacionales han demostrado no ser demasiado fiables en el pasado, se deberán establecer instrumentos más innovadores para ello, como por ejemplo ingresos por comercio de emisiones, en la medida de lo posible.
Otro resultado de Copenhague fue uno de los de la lista de la ONU: cada país debía especificar qué medidas iba a tomar por sí mismo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. El resultado no es, desde luego, suficiente para frenar el calentamiento global, en parte por la falta de acuerdos vinculantes con los grandes productores de CO2, Estados Unidos y China. Pero en Cancún se intentará presentar las ofertas voluntarias, así como el objetivo de los dos grados, para pasar a ser vinculantes. Con esto se crearía una base para futuras conferencias.
También la jefa de la secretaría del departamento del Cambio Climático en la ONU, Christina Figueres, advierte contra las grandes expectativas en Cancún. Puesto que el proceso de la ONU en Copenhague demostró demasiada susceptibilidad a la interferencia, cobran ahora más importancia los acuerdos entre estados particulares o grupos estatales como el G20. Asimismo, planes para la protección del clima a nivel nacional también serán mucho más significativos.
En este contexto, Figueres señala los esfuerzos nacionales para la protección del medio ambiente de muchos estados, especialmente China. Según ella, el nuevo plan quinquenal incluirá métodos efectivos de ahorro de energía y el impulso de las energías renovables. El año pasado, tan sólo en el caso de China se realizaron instalaciones capaces de producir 37 gigawatios de energía renovable, casi la mitad del crecimiento de la producción mundial. Según Figueres, es frecuentemente más fácil para los estados el establecer medidas de protección del clima a nivel nacional, que llegar a acuerdos vinculantes con los otros 190 estados.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Mirjam Gehrke / Lydia Aranda Barandiain. Editor: Enrique López. www.dw-world.de