El proyecto eólico de 600 megavatios, fue anunciado el año pasado por inversores en China y los Estados Unidos. Éste incluye la construcción de unas 300 turbinas de viento y obtendrá financiación de bancos chinos y de la Ley de Recuperación de EE.UU de 2009.
Varios senadores de EE.UU. echaron el grito al cielo al ser informados sobre el proyecto, quejándose de que la mayoría de los puestos de trabajo creados serían en China, donde se llevaría a cabo la construcción de las turbinas. El proyecto se convirtió en un punto importante para la oposición a la ley de estímulo, provocando que los senadores exigieran la congelación de las inversiones hasta que se aprobara una nueva ley que requiriera que todos los proyectos de energía renovable financiados usaran equipamientos fabricados en los Estados Unidos.
Desde entonces, las tensiones entre Estados Unidos y China sobre proyectos de energía han escalado, llegando recientemente a su punto máximo cuando el sindicato United Steelworkers presentó una queja formal sobre los subsidios pagados por el gobierno a las empresas de energía chinas y otras políticas que aseguró violaban los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio. El mes pasado, la administración de Obama acordó investigar la denuncia, un paso necesario para que sea oficialmente presentada ante la OMC. Este movimiento atrajo una reacción de protesta de los funcionarios chinos, que afirmaron que los subsidios chinos fueron igualados por los subsidios otorgados por el gobierno de EE.UU..
Sin embargo, al mismo tiempo que el sindicato United Steelworkers estaba formulando su queja, también estaba trabajando en un acuerdo que despejaría el camino para que el parque eólico de Texas pudiera avanzar–un acuerdo que sugiere que China y los Estados Unidos pueden trabajar juntos para ayudar a ampliar la producción de energías renovables y reducir los costes.
El plan original determinaba que todas las turbinas eólicas fueran fabricadas en China, y después se enviaran a los EE.UU. para su instalación. Un acuerdo de este tipo podría crear miles de puestos de trabajo en China, y sólo unos pocos centenares en los Estados Unidos. Si bien la mayor parte de la financiación para este proyecto proviene de China, los líderes del proyecto dejaron claro que el éxito del proyecto dependía de la ayuda de la Ley de Recuperación–con varios informes que sugieren que alrededor del 30 por ciento de la financiación podría proceder de las subvenciones de estímulo.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
El senador Charles Schumer (D-Nueva York) escribió al secretario de Energía Steven Chu, aconsejándole que denegara cualquier inversión de la Ley de Recuperación en el proyecto. "La idea de que los fondos de estímulo puedan ser utilizados para crear puestos de trabajo en el extranjero es muy preocupante, y por eso le insto a denegar cualquier solicitud de dinero de estímulo a menos que los componentes de alto valor, incluyendo las turbinas de viento, sean fabricados en los Estados Unidos", escribió él.
Los promotores del proyecto respondieron con el anuncio de un nuevo plan para construir una planta de ensamblaje de turbinas eólicas en los Estados Unidos que a la larga crearía 1.000 puestos de trabajo, y que podría proporcionar algunas de las turbinas para el proyecto de Texas. Seguidamente, el sindicato United Steelworkers anunció un acuerdo con A-Power, el contratista y fabricante chino para este proyecto. Muchas partes de la turbina seguirán siendo fabricadas en China, pero A-Power se ha comprometido a comprar 50.000 toneladas de acero a EE.UU. para este proyecto y fabricar las piezas clave de la turbina, como las torres principales, en los Estados Unidos.
Además de aplacar a la oposición, la nueva planta de montaje y el acuerdo de acero ofrecerán a A-Power el poder de acceder a un mercado muy grande de energía eólica en los EE.UU. Aunque el acero de EE.UU. es más caro que el acero chino, A-Power señala que ni gana ni pierde puesto que también ahorra en costes de envío desde China. "Los costes totales son más o menos iguales", afirma Sun Kai, vicepresidente y contable senior de Liaoning Hi-Tech Energy Group, la empresa matriz de A-Power.
Otras empresas eólicas chinas están considerando enfoques similares para acceder al mercado de EE.UU.. Por ejemplo, Goldwind Global, uno de los mayores fabricantes chinos, ha anunciado que está considerando la construcción de una planta de ensamblaje en los Estados Unidos.
El acuerdo entre el sindicato United Steelworkers y A-Power es un modelo que puede ser copiado por otras empresas, afirma Joanna Lewis, profesora de ciencia, tecnología, y asuntos internacionales de la Universidad de Georgetown, aunque destaca que las particularidades de cada acuerdo, tales como qué piezas se fabrican en los Estados Unidos–pueden variar de empresa a empresa. "A-Power ha gestionado bien la situación, colaborando con los EE.UU. de forma que ambas partes salgan beneficiadas", concluye ella.
Por Kevin Bullis. Traducido por Joan Minguet. www.technologyreview.com/es/read_article.aspx