Esto ha sido posible en buena medida gracias a la calidad del suministro eléctrico, por lo que los grandes operadores de redes estamos orgullosos de haber contribuido con nuestro esfuerzo tecnológico y financiero a llevar la energía desde las centrales hidroeléctricas, de carbón, nucleares, de gas natural y más recientemente eólicas y solares, hasta todos los rincones de nuestra geografía, con muy elevados niveles de seguridad y calidad de servicio.
Sin embargo, el desafío que tenemos por delante para las próximas décadas es mucho más ambicioso, porque la electricidad está llamada a convertirse en la pieza clave de un modelo energético más sostenible para el siglo XXI. Nuestras sociedades son cada vez más dependientes de la electricidad por su versatilidad, su accesibilidad, su confortabilidad, la calidad del suministro y por la limpieza en el punto de consumo, lo que la convierte en particularmente ventajosa en las ciudades, cualquiera que sea la combinación de tecnologías y energías primarias con las que se obtenga.
Por otro lado, esa flexibilidad de energías primarias y tecnologías proporciona una ventaja adicional a la electricidad desde el punto de vista de la seguridad de suministro, porque mitiga el riesgo de la dependencia. Además, muchos de los desarrollos tecnológicos que están llamados a contribuir de forma notable a nuestra eficiencia energética, como los led, la bomba de calor, las tecnologías de la información y las baterías, con su potencial impacto sobre el transporte por carretera, tienen también a la electricidad como epicentro.
Pero, sobre todo, la electricidad está llamada a ser el vector fundamental de un modelo energético más sostenible, que contribuya a la lucha contra el cambio climático, porque las tecnologías libres de CO2 más importantes, la nuclear y las renovables, y en el futuro los combustibles fósiles con captura y almacenamiento de CO2, pasan también por la electricidad.
Los 13 grandes operadores de redes, reunidos en Madrid el 25 y el 26 de octubre de este año, estamos comprometidos con la seguridad de suministro y la lucha contra el cambio climático, y queremos desarrollar las soluciones técnicas y las inversiones que permitan objetivos cada vez más ambiciosos en el aprovechamiento de las energías renovables, asegurando siempre la continuidad y la estabilidad del suministro eléctrico.
Y para llevar a buen puerto estos compromisos son muchos los retos a los que hay que dar respuesta. Entre ellos, el de acomodar en nuestro sistema eléctrico las energías renovables, muy repartidas por el territorio, en ocasiones muy alejadas de las zonas de consumo, con una gran variabilidad en su aportación en función de las condiciones climáticas y, por tanto, con menor firmeza a la hora de asegurar el equilibrio instantáneo entre la producción y el consumo, que constituye un principio sagrado de la estabilidad de los sistemas eléctricos. Porque el sistema eléctrico tiene que ser capaz de suministrar toda la energía demandada, en todo momento sin excepción, con viento y sin viento, de día y de noche, con calor o con frío, en años secos y en años húmedos.
Por eso van a ser muy importantes las inversiones en la red de transporte. Es preciso desarrollar una red de gran capacidad de carácter internacional en convivencia con una red más robusta, flexible y mallada de carácter nacional, con capacidad para gestionar y compensar flujos que van a variar notablemente en su origen-destino en función de las condiciones climáticas. Esa red de transporte de gran capacidad facilitará además la competencia y el aprovechamiento en cada momento de la generación económicamente más eficiente, en beneficio de la competitividad de las empresas y el poder adquisitivo de las familias. Para conseguir esa red es necesario eliminar los prejuicios, restricciones y barreras que frenan su desarrollo y amenazan con limitar la contribución del sistema eléctrico a un suministro energético eficiente, limpio y seguro.
Vamos a necesitar también más capacidad de almacenamiento de electricidad, centrales hidroeléctricas reversibles y otras, y un comportamiento más activo de la demanda de los consumidores a las señales de precio que se derivan de la disponibilidad de la oferta. En el pasado, el equilibrio entre la oferta y la demanda en un sistema eléctrico ha recaído sobre todo en una generación muy gestionable, capaz de regular su producción para adaptarse a la evolución de la demanda. Para el futuro necesitamos una mayor contribución al equilibrio por parte de la demanda, para compensar la menor gestionabilidad y predictibilidad de la generación renovable. Para ello necesitamos también incorporar más inteligencia, más tecnologías de la información en nuestras redes, para acomodar la gestión de la demanda y también para regular los flujos derivados de una creciente generación embebida en las redes de distribución.
El vehículo eléctrico puede convertirse en un desarrollo importante para la sustitución de combustibles fósiles y para la mejora de la calidad del aire y del ruido en las ciudades. Pero para que se convierta en un aliado de un sistema eléctrico más eficiente, y con mayor penetración de renovables, es importante que se desarrolle un sistema de gestión inteligente, que sea lo suficientemente flexible para adaptarse a las necesidades de los consumidores para asegurar su éxito, pero que incentive su recarga fuera de las horas de máxima demanda de electricidad. Es preciso que favorezca la eficiencia del sistema eléctrico aprovechando capacidad de generación y redes excedentaria, y que permita aprovechar mejor la producción eólica durante las horas de menor demanda. En el futuro, los vehículos eléctricos podrán además ofrecer servicios de almacenamiento, recargando en horas de menor demanda para devolver la energía en horas punta, cuando los vehículos no estén en uso, contribuyendo a rentabilizar la inversión de sus propietarios en las baterías y a compensar la variabilidad de las energías renovables.
Los grandes operadores de redes del mundo, el GO-13, que gestionamos sistemas que suministran más del 60% de la demanda eléctrica mundial a 3.000 millones de personas, nos hemos reunido en Madrid en la asamblea anual con el fin de poner en común nuestras visiones y nuestras soluciones sobre las redes de gran capacidad, sobre los retos tecnológicos de la gestión de la integración de renovables manteniendo la seguridad del sistema eléctrico, sobre la implementación de las redes inteligentes, sobre los desarrollos tecnológicos para incrementar la capacidad y la seguridad de las redes existentes, sobre las implicaciones del desarrollo de los vehículos eléctricos y sobre el desarrollo de los sistemas de almacenamiento.
Finalmente, con la vista puesta en la próxima Cumbre del Clima de Cancún, los miembros del GO-13 aceptamos el desafío al que nos enfrentamos, y estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros y a cooperar para hacer viables los objetivos de la sociedad de tener un suministro eléctrico seguro, fiable, eficiente y que contribuya a la lucha contra el cambio climático. Integrar la máxima cantidad de energía renovable de forma fiable, desarrollar las inversiones necesarias para asegurar el mallado de las redes nacionales e internacionales para canalizar flujos cambiantes, aportar soluciones de almacenamiento, fortalecer la capacidad y la monitorización de nuestras redes y vigilar su ciberseguridad, impulsar la innovación tecnológica, son algunas de las tareas con las que nos comprometemos para convertir el sistema eléctrico en el eje de un modelo energético más sostenible, que contribuya al desarrollo y al bienestar de nuestras sociedades y de las generaciones futuras. En energía, la electricidad es el futuro.
Los vehículos eléctricos con baterías de litio no emiten CO2 ni dañan el medio ambiente, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad al vehículo eléctrico, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Luis Atienza, www.ree.es/