El Mar del Norte, reconocido por la violencia de las corrientes de aire que allí confluyen, resulta hoy la meca de los aerogeneradores marinos, con 41 parques eólicos tipo y una capacidad eólica instalada de 2.630 megavatios.
Estas aguas se ubican entre las costas de Noruega, las islas Británicas, Alemania, Holanda, Bélgica y Francia, e igual se conectan al océano Atlántico, al Báltico y al mar norte de las noruegas islas Shetland.
Allí es poca la profundidad y las mareas son bastante irregulares, además de que hay mucha lluvia y niebla durante todo el año, y del noroeste llegan tempestades que hacen muy peligrosa la navegación.
No obstante, el mercado eólico se desplaza aceleradamente desde tierra hacia ese mar, y ya en Europa es el tipo de producción de energías renovables que más desarrollo tendrá en los próximos años.
Actualmente ahí se realizan inversiones para aportar otros 100 gigavatios, lo que posicionará al viejo continente como el líder mundial en eólica marina.
La Unión Europea (UE) quiere generar un diez por ciento de su matriz energética de esta forma, y en 2030 suministrar la electricidad necesaria para satisfacer la demanda de hasta un 16 por ciento de su población.
El uso de la eólica marina en mar abierto ofrece gran variedad de posibilidades por la mayor velocidad y constancia de los vientos costa afuera, el menor impacto visual y más espacio para construir estos tipos de estructuras eólicas.
También añaden su importancia en la política energética de la UE, que busca depender menos del petróleo y el gas natural importados desde Rusia y el Golfo Pérsico, ante la acelerada declinación de los pozos petroleros en esas mismas turbulentas aguas.
Esta fuente alternativa forma parte de la estrategia para alcanzar sus metas climáticas, ya que podría evitar la emisión a la atmósfera de millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año.
Solo en Reino Unido las centrales eléctricas emiten anualmente 170 millones de toneladas de CO2, y un sólo aerogenerador moderno podría ahorrar unas 4.000 toneladas de CO2, refiere la Asociación Británica de Energía Eólica.
Aunque no existe una tecnología energética absolutamente limpia, ni siquiera entre las energías renovables, porque todas tienen algún impacto ambiental, la eólica está entre las más limpias.
Esta no emite gases de efecto invernadero, ni genera residuos tóxicos. Tampoco necesita agua para enfriamiento, como las centrales térmicas.
Los estudiosos afirman que para el año 2020 su empleo para generar electricidad evitará la emisión de unos 10.000 millones de toneladas de CO2 al año.
Por esa misma estrategia, desde finales de 2009, Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Suecia, Reino Unido e Irlanda firmaron un acuerdo para desarrollar una red de intercambio de energía eólica marina.
En 1991 Dinamarca instaló el primer aerogenerador costa afuera del mundo, y de la fecha para acá este país se ha convertido en el líder en ese tipo de energía eólica, sumando su potencia instalada en tierra.
Hoy, el 20 por ciento del consumo energético danés proviene de los parques eólicos, cifra única a nivel global, y recién la comisión para el clima de ese gobierno anunció que para el año 2050 se emanciparán del petróleo, con el uso del viento y de la biomasa.
Aseveran que les saldrá más barato invertir en energías renovables que seguir dependiendo de los combustibles fósiles, que ya tienen sus días contados. Para ello, están dispuestos invertir el 0,5 por ciento de su Producto Interior Bruto. En total destinarán 2.500 millones de dólares.
De la misma manera que Dinamarca ha virado hacia el mar, también lo han hecho los demás países del Mar del Norte, que están aprovechando sus vientos constantes y la escasa profundidad de la plataforma marina para cimentar plantas eléctricas. En la costa sureste de Inglaterra se inauguró el parque eólico marino (offshore) más grande del mundo, de una capacidad de 300 MW, y un coste de 1.400 millones de dólares.
El parque eólico Thanet, como es conocido, posee 100 turbinas eólicas de 115 metros de altura, que ocupan una superficie equivalente a cuatro mil campos de fútbol.
Los expertos aseguran que es muy alta la apuesta británica por este tipo de generación eólica, la cual les aporta 1.341 MW. Pero si se le añade la que se logra en tierra, esa cifra asciende a ya a cinco mil megavatios.
Los planes futuros del Reino Unido prevén inversiones que superarán los 111.000 millones de euros, e incluso ya el gobierno ha licitado una potencia total de 32.000 MW en parques eólicos marinos (offshore).
Pero no solo Europa cosecha vientos marinos; el Laboratorio Nacional de Energías Renovables de Estados Unidos publicó un mapa que cuantifica en 4.150 GW los recursos eólicos marinos en sus aguas territoriales.
Esta cifra cuadruplica la potencial eléctrica instalada (de todas las fuentes) en ese país durante el 2008, y supondría más de 200 veces la potencia eólica terrestre instalada en España.
A la par, ya en el estado norteamericano de Maine se hizo pública la propuesta para la instalación de 25 MW de potencia eólica sobre bases flotantes, como proyecto de demostración en aguas profundas.
Estos serían los primeros aerogeneradores de su tipo en los Estados Unidos y se ubicarían a 10 millas naúticas de la costa, en el Golfo de Maine.
Mediante el uso de diferentes tecnologías, los mares se han ido convirtiendo en otra fuente de generación de energías renovables. De este se aprovechan desde el movimiento de las olas, el ascenso y descenso de las mareas hasta sus vientos salvajes.
Los parques eólicos offshore son los más desarrollados y empleados, sobre todo en Europa, aunque a nivel global la tecnología energética renovable proveniente de los vientos es la de mayor expansión en los últimos años. Los expertos aseguran que esta compite con las inversiones en combustibles fósiles y nuclear.
Mucho se ha avanzado en el mundo desde que el inventor norteamericano Charles F. Brush diseñó y construyó en 1888 la primera turbina de funcionamiento continuo para generar electricidad de los vientos.
Según informe del Consejo Mundial de la Energía Eólica y Greenpeace Internacional, la eólica podrá satisfacer el 12 por ciento de la demanda eléctrica en 2020, y hasta un 22 por ciento para 2030, porcentaje que representará un quinto de la electricidad del planeta.
Este análisis apunta que los 1.000 GW de potencia eólica que se prevén para la próxima década, evitarán emisiones de hasta 1.500 millones de toneladas de CO2 por año.
Además de estos beneficios ambientales, los organismos citados refieren que la eólica se está convirtiendo en un factor sustancial de desarrollo económico.
Hasta la fecha ha proporcionado más de 600.000 empleos verdes, tanto de puestos de trabajo directos como indirectos. Para 2030 aportará más de tres millones.
Hoy a nivel global, existe una gran cantidad de aerogeneradores operando, con una capacidad de 159.213 MW. De ese total, casi la mitad corresponde a Europa. Estados Unidos y China representan algo más de un tercio.
Según la Asociación Mundial de Energía Eólica, al finalizar 2010, el mundo contará con 200.000 MW, cifra que si se detalla por países, apenas toca a las naciones más pobres y necesitadas del planeta, donde por igual soplan vientos.
Katia Monteagudo, www.prensa-latina.cu