El aeropuerto de Madrid-Barajas ha sido el primero en implantar este tipo de operaciones, aunque el Ministerio de Fomento ha previsto generalizarlas a partir de este mes. Con esta técnica, la aproximación aérea se hace en un descenso continuo desde que se inicia la operación (altura de crucero) hasta llegar a la pista de aterrizaje. Y, para ello, los motores se ponen al ralentí, como si el avión estuviera planeando, lo que evita tener que meter continuamente potencia al motor.
"El resultado es que de este manera hay una menor consumo de combustible, una menor emisión de CO2 y evidentemente menos ruidos sobre las poblaciones que están en el entorno del aeropuerto", explica a este diario José Manuel Hesse. director de medio ambiente de Aena. En cambio, actualmente, en condiciones normales, las aeronaves van descendiendo en escalones y combinan descenso y movimientos horizontales, de forma que en cada descenso tienen que meter potencia para acelerar. Desde la torre de control, se van dando órdenes al piloto para que vaya bajando hasta 10.000 pies, 8.000 pies, 6.000 pies y así sucesivamente. Sin embargo, este procedimiento se traduce en un mayor consumo de combustible, de emisiones de gases y en generación de ruidos.
Las maniobras de descenso continuo son atractivas para los pilotos, pues pueden dejar caer la masa del avión sobre la pista gracias al instrumental de abordo. "Sin embargo, el problema es que esto actualmente sólo se puede llevar a cabo en los aeropuertos con una densidad de tráfico media o baja, porque las aeronaves tienen que separarse más entre ellas para hacer esta aproximación. De ahí, que hasta ahora sólo se estén aplicando en horario nocturno", dice José Manuel Hesse. No obstante, se está estudiando –y ya hay proyectos en marcha en ese sentido– para aplicar estas aproximaciones también en aeropuertos con densidades de tráfico altas, siempre y cuando sea posible garantizar esa separación mínima que ahora se aplica de forma normal en los aeropuertos con mucho tráfico. En la fase de aproximación, en los últimos diez minutos de vuelo, Hesse estima que este procedimiento permite ahorrar unos 160 kilos de queroseno por vuelo y de hasta 480 kg de CO2.
A partir del 23 de septiembre se producirá la implantación de estas maniobras en los aeropuertos de Alicante y Valencia. El proceso continuará luego, a partir del 18 de noviembre, en los aeropuertos de Barcelona, Santiago de Compostela y Málaga. Finalmente, en Palma de Mallorca y Gran Canaria se utilizará este procedimiento a partir del 16 de diciembre.
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Aerolíneas se aferran al biocombustible para reducir emisiones de CO2
Los representantes de la industria aérea reunidos en Ginebra en la cumbre sobre “Aviación y Medio Ambiente” han coincidido en ensalzar el papel del biocombustible para que en 2050 las emisiones de CO2 del sector se reduzcan a la mitad del nivel que estaban en 2005.
“Nuestra principal oportunidad es el biocombustible sostenible”, destacó Paul Steele, director ejecutivo del Grupo de Acción del Transporte Aéreo (ATAG), y organizador de este encuentro que se clausurará mañana.
En esta línea opinó el secretario general de la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa (ASD), François Gayet, quien declaró que “el biocombustible ha demostrado que puede funcionar, y desde 2011 ya podría usarse”.
“Ahora el reto es ver como se podría aplicar. Ya está disponible, pero el problema es que hacen falta grandes inversiones para aplicarlo a gran escala”, resaltó Gayet, al mismo tiempo que alabó que este carburante pueda elaborarse localmente de forma sencilla.
Sin embargo, las reducción de emisiones respecto al nivel de 2005 no llegará hasta 2040, de acuerdo con el secretario general de la ASD, que justifica tal estancamiento por el aumento del tráfico aéreo en los próximos 30 años.
“Pero en los diez años siguientes, es decir, hasta 2050, se acelerará la reducción de emisiones”, precisó, gracias a sus cálculos de que en 2025 se habrá renovado la flota de aviones que ya serán de nueva generación.
Sobre este asunto, Steele detalló que se comprarán unos 12.000 aviones nuevos hasta 2020, por un coste de en torno a 1.300 billones de dólares (casi 1.000 billones de euros).
De este modo, Gayet admitió que hasta 2030 no se apreciará el efecto del biocombustible en los niveles de reducción de emisiones.
En el proceso de aminorar la contaminación del sector, el director ejecutivo de ATAG también reclamó “apoyo” a los gobiernos, con medidas como los incentivos fiscales.
Además criticó que entre la industria y los gobiernos existe “una postura fragmentada y sin coordinación”, lo que, a su juicio, “no es el camino adecuado”, y lo que “hace falta es una frente común”.
Los principales ponentes de la cumbre también coincidieron en que la reducción de las emisiones de carbono de la industria también debe lograrse mediante la participación de todos los sectores que intervienen en la aviación.
Refrendó esta idea la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la costarricense Chistiana Figueres, que desglosó en cuatro apartados su sugerencia para que la industria aérea reduzca la contaminación.
“La estrategia del sector para reducir su impacto en el cambio climático pasa por una mejora tecnológica, mayor eficiencia en la operaciones y en las instalaciones, además de desarrollar medidas económicas para ello”, propugnó Figueres.
En estos mismos términos se inclinó el secretario general de la ASD, partidario de que la reducción de emisiones englobe “la tecnología, la operatividad y las infraestructuras”.
“Aunque uno de los principales puntos es la mejora de la tecnología, de la eficiencia de los motores de los aviones, la totalidad del sistema de transporte aéreo debe implicarse en la reducción de las emisiones”, enfatizó Gayet
“Abrir las rutas aéreas ha reducido las emisiones el 25 por ciento”, un ejemplo que prueba que en este proceso debe conseguirse mediante “una combinación de todos los actores” que integran la industria aérea.
La secretaria ejecutiva de la CMNUCC elogió que el sector ha tenido un papel activo a la hora de bajar su contaminación, y recordó que a esta industria corresponden el 2 por ciento de las emisiones mundiales de carbono.