Bolivia puede aprovechar el recurso eólico en la región del Chaco, la energía del sol en el altiplano y la biomasa en el oriente boliviano, allí donde se quemaron tres millones de hectáreas de pastizales y bosques.
En un encuentro con representantes del Ejecutivo, Teo López, al frente de esa compañía, explicó que es conocido que los combustibles fósiles, el gas y el petróleo, inclusive el carbón, tienen una fecha de caducidad, y no hay otro camino al cambio climático en materia energética.
El objetivo de su visita al país andino, dijo, fue conocer más sobre los aspectos tecnológicos, ingenierías en el sector medioambiental, sociales, la industrialización para la generación de empleo en una nueva economía. Explicó que, considerando que Bolivia es dos veces el tamaño de España, en la zona de pastos se encuentra el recurso de la biomasa, de las praderas, "toda esa superficie de tres millones de hectáreas que han ardido", remarcó. Adicionalmente está el recurso solar que tiene Bolivia, el mayor del mundo.
También ponderó el recurso eólico y afirmó que hay una franja de 500 kilómetros de largo por más de 200 kilómetros de ancho, donde toda la energía eléctrica de Suramérica podría producirse con aerogeneradores de energía eólica de esta zona en el oriental departamento de Santa Cruz. Según López, las autoridades bolivianas mostraron bastante sensibilidad y están interesadas en este tipo de proyectos.
Pero Morales habla mucho, y hace poco. Pasó una legislatura, y a pesar de toda la verborrea sobre cambio climático y el CO2, no se hizo nada, y lo mismo sucede con el litio, mineral clave para el desarrollo del vehículo eléctrico.
La pretendida industrialialización del litio y la posible fabricación de baterías de litio para vehículos eléctricos hoy es un deseo aún muy lejano.
El salar de Uyuni es la mayor llanura de sal del mundo y contiene la mitad de las reservas conocidas de litio, el componente principal de baterías para coches eléctricos, al menos la primera generación, pero Bolivia también tiene grandes recursos de zinc.
“Tenemos grandes esperanzas en el litio, porque pertenece al pueblo boliviano”, dice Marcelo Castro, jefe de operaciones de la planta piloto ubicada en los bordes del salar. Según la nueva Constitución boliviana, la explotación de litio no puede ser vendida a una empresa extranjera.
La construcción de la planta está casi lista y se prevé que el próximo año comience a producir carbonato de litio, la materia prima de las baterías de los automóviles eléctricos. “Pero ya no queremos ser meros exportadores de materias primas. Nos vamos a industrializar para asegurarnos de capitalizar plenamente las utilidades de nuestros recursos naturales”, dice Castro.
El gobierno aspira a producir los compuestos químicos de mayor valor añadido, como el litio metálico, y algún día incluso las baterías y los vehículos eléctricos. Es un sueño de largo plazo y el país se lo ha tomado con calma. Las autoridades dicen que sólo trabajarán con empresas extranjeras dispuestas a aliarse con el Estado.
Muchoa analistas temen que esta actitud pueda espantar definitivamente a los inversores. De momento el gobierno no ha firmado ningún acuerdo con empresas extranjeras, y ya van varios años dando titulares a la prensa, pero nada sustancial.
Las grandes empresas ya explotan el litio en Chile y Argentina, además de Nevada (EE UU) y Australia, y cuando Bolivia quiera explotar el litio, es probable que las baterías de los coches eléctricos funcionen con zinc, que es más barato, almacena tres veces más electricidad, en menos perjucicial para el medio ambiente y los recursos son infinitamente mayores y mejor distribuidos.
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