Tres veces veinte: veinte por ciento del dióxido de carbono (CO2) que afecta el clima es lo que quiere eliminar Europa hasta el año 2020. Para ese entonces, la proporción de energías renovables en el suministro energético total deberá ser de por lo menos 20 por ciento. A fin de llenar este requisito formulado por la clase política, no basta con construir más aerogeneradores de energía eólica y solar. Estas fuentes tendrían que estar interconectadas en una red eléctrica inteligente.
Las energías renovables presentan un problema: no están disponibles de manera continua. Dicho de otro modo: si no sopla el viento o si no brilla el sol, ni los aerogeneradores eólicos ni los solares darán energía. La solución son los llamados "smart grids". Tras ellos se extienden redes inteligentes de suministro eléctrico y son considerados el futuro de la producción energética de cara a los próximos años.
Estos avanzados sistemas distribuyen la energía producida por pequeñas plantas generadoras, o por sistemas eólicos o solares. El objetivo consiste en lograr un suministro constante. Si se genera demasiada energía, el sistema la almacena provisionalmente en baterías de las cuales será retomada; por ejemplo, en los coches eléctricos con baterías de litio que sean conectados al alimentador de corriente por las noches.
Consorcios a la expectativa
Para firmas industriales como la suiza ABB –que compite con la alemana Siemens- los "smart grinds" son la tendencia energética más actual. "Hay muchas soluciones al alcance y las cuales podríamos aplicar", dice el jefe de ABB para Europa, Peter Smits. Pero para ello se necesitaría un sistema flexible de tarifas eléctricas, de tal modo que resultara un atractivo a fin de aplicarlo eficientemente.
Smits se muestra convencido: "Mientras más alimentemos las redes con energías renovables, mayor será la necesidad de las empresas suministradoras y distribuidoras de electricidad de utilizar estas soluciones."
Por supuesto, esto requiere inversiones mayúsculas. La Agencia Internacional de Energía estima que para el año 2030 se invertirán miles de millones de dólares en todo el mundo, a fin de lograr un suministro moderno de energía a través de nuevas redes. Es un mercado que promete lucrativos negocios.
No sólo los consorcios energéticos pretenden invertir y obtener ganancias con esta industria. También gigantes como Google, IBM, Cisco, Microsoft o la Deutsche Telekom ven oportunidades en las novedosas redes energéticas.
En Italia y Francia se impulsa desde hace tiempo la instalación de contadores inteligentes para el registro del consumo eléctrico en los hogares. Empresas japonesas invierten miles de millones de euros en la construcción de nuevas redes, mientras que el Gobierno de Estados Unidos financia proyectos piloto, también por miles de millones de dólares.
En Alemania aún se analiza cómo podría aplicar el concepto de los "smart grids" en algunas regiones del país. Uno de tales conceptos es el llamado "MeRegio", llevado a cabo por ABB en Baden-Württemberg. Esto no significa que Alemania vaya a la retaguardia en la materia, dice Hartmut Schmeck, del Instituto Tecnológico de Karlsruhe. El modelo alemán contempla toda la cadena energética, desde la producción hasta la transmisión y el consumo. "En otros países se toma en cuenta cada etapa por separado; en Alemania se abarca todos los enfoques, concepto que no existe en ningún otro lado."
Las regiones que sirven como modelo en Alemania tienen dos años para desarrollar y poner a prueba rutinaria sus conceptos. Un hogar completo ya se encuentra listo para ser ocupado, con todo y lavadora, nevera y, claro está, un vehículo eléctrico. Lo que falta son clientes, de los cuales debería haber miles.
Jörn Kröpelin, de la firma EnBW (igualmente partícipe en el suministro de energía eléctrica), está a la caza de dichos clientes. "Lo más importante es involucrarlos, pues sin ellos no existirán los ‘smart grids’. Necesitamos que los clientes acepten y apliquen este tipo de servicio, con todo el equipo que implica. Si no, nada funcionará."
La firma Miele dio a conocer en la IFA de Berlín la primera lavadora inteligente de ropa. El aparato se enciende automáticamente cuando la tarifa baja de ciertos límites. Para ello se necesita también una toma de corriente que reconozca las variaciones diarias en los precios.
Otros artefactos, como los indicadores de consumo, conllevan desventajas: tienen un coste, requieren mantenimiento y consumen energía. Debido a que constantemente transmiten datos, estos aparatos necesitan una conexon a Internet. Ésta puede consumir al año 100 kilovatios/hora, tanto como un moderno refrigerador.
Autor: Henrik Böhme/ Enrique López
Editor: José Ospina-Valencia, www.dw-world.de