Canadá, los países nórdicos europeos y Rusia eran considerados los países afortunados a los que un cambio moderado del clima les supondrá beneficios netos, como una menor factura por la calefacción, más crecimiento de bosques y cosechas, y quizá más turismo veraniego.
Los dos meses de calor extremo en Rusia este verano, de los que el presidente Dmitry Medvedev ha culpado al cambio climático mundial, aunque muchos expertos dicen que es imposible vincular acontecimientos meteorológicos particulares con el cambio climático, probablemente cambiarán la percepción de los riesgos.
"De esto debería salir una mayor concienciación de que con el cambio climático vienen muchos riesgos", dijo Kevin Trenberth, director de análisis del clima en el Centro Nacional de Estados Unidos para la Investigación Atmosférica, situado en Boulder, Colorado.
"No se trata de un cambio benigno a una temporada de cultivos más larga" para los países del norte, explicó. La ola de calor rusa ha doblado la cifra de muertes en Moscú, arruinado el 25 por ciento de la cosecha de cereales y podría recortar en 14.000 millones de dólares del Producto Interior Bruto.
Muchos habitantes de los países nórdicos y de Canadá se han dado cuenta de los posibles efectos secundarios dañinos de un tiempo menos frío, como los peligros para los bosques o la aparición de plagas de insectos que el invierno solía mantener bajo control.
Pero esta opinión está menos extendida en Rusia, donde el primer ministro, Vladimir Putin, ha llegado a hablar de los beneficios del calentamiento mundial. En 2002, cuando era presidente, bromeó con que el tiempo menos frío permitiría a los rusos tener que comprar menos abrigos de piel.
"Los canadienses, desde luego, entienden que puede haber beneficios, pero el cambio climático va a ser malo", dijo Steven Guilbeault, del grupo ecologista Equiterre. El clima extremo en 2010 "va a ayudar a la gente a entender los riesgos".
Guilbeault dijo que la política gubernamental no está a la altura de la urgencia que sienten los ciudadanos. Las emisiones de gases de efecto invernadero en Canadá en 2008 eran un 24 por ciento por encima de los niveles de 1990, a pesar de haberse comprometido en el Protocolo de Kioto a reducirlos un seis por ciento por debajo de esos niveles para los años 2008-12.
Las emisiones rusas en 2008 fueron un 33 por ciento inferiores a las de 1990, en parte debido al hundimiento de las contaminantes industrias soviéticas, y están dentro del margen para cumplir su objetivo de Kioto de que en 2012 las emisiones estén por debajo de las de 1990. Moscú tiene previsto permitir que las emisiones suban por encima de sus actuales niveles para 2020, a pesar de que muchos países han pedido endurecer los objetivos.
Un estudio dado a conocer en junio en Noruega mostró que la agricultura y la selvicultura podrían beneficiarse de un calentamiento mundial moderado. El calentamiento se atribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la quema de combustibles fósiles.
"Los efectos inmediatos son beneficios generales " para el crecimiento económico, dijo su principal autor, Asbjörn Aaheim, del Centro para el Clima Internacional y la Investigación Medioambiental en Oslo.
Pero podría haber perjuicios como el causado a las reservas pesqueras. Y unas temporadas de cultivos más largas podría tener consecuencias inesperadas, como mayores bajas laborales por enfermedades relacionadas con el polen.
Jay Gulledge, científico senior del Centro Pew para el Cambio Climático Mundial, dijo que las predicciones de "ganadores" y "perdedores" del cambio climático ignoran inevitablemente muchos riesgos, por ejemplo lo que le puede ocurrir a Rusia por las inundaciones en Pakistán.
"¿Rusia ‘gana’ si los talibanes y otros integristas ocupan el vacío dejado por un gobierno y una respuesta internacional humanitaria poco eficaz por las inundaciones en Pakistán?" preguntó en un blog.
Las soluciones existen: aumentar la eficiencia energética y sustituir los combustibles fósiles por energías renovables, como la eólica, la energía termosolar y la fotovoltaica.
Los vehículos eléctricos pueden sustituir al petróleo y no emiten CO2, siempre que la electricidad provenga de energías renovables, como la eólica, la energía solar fotovoltaica y la termosolar o solar termoeléctrica. Los aerogeneradores podrán suministrar la electricidad a los vehículos eléctricos, que en un futuro servirán también para almacenar y regular la electricidad intermitente del sector eólico.
Pero para frenar el cambio climático hacen falta políticas, voluntad y presupuestos, sin ceder a la irracionalidad de quienes impiden el desarrollo de la eólica marina y terrestre, e indirectamente contribuyen a acelerar el cambio climático, al impedir el desarrollo de las únicas alternativas reales.