Igualmente es necesario acelerar la introducción de los vehículos eléctricos, y sustituir el petróleo por electricidad limpia procedente de parques eólicos. En una o dos décadas, con los recursos y las políticas adecuadas, será posible electrificar el transporte por carretera con electricidad de origen eólico.
¡Nunca más! gritaron hace unos años miles de manifestantes en Santiago y en otras ciudades gallegas, tras el quinto gran accidente de un petrolero frente a las costas gallegas. Pero para ello se requieren medidas, unas inmediatas y otras de más largo alcance.
En cuanto a la seguridad marítima no cabe dudas: regular de forma más estricta la extracción marina de petróleo, prohibir la navegación de petroleros de un solo casco, y no sólo para fuel o alquitrán, alejar los corredores marítimos de las costas más sensibles y pólizas de seguros que cubran todos los riesgos.
Pero igualmente se debe acabar con las banderas de conveniencia, y un sistema de fletes que, en aras de minimizar los costes, promueve la inseguridad, con barcos obsoletos, mal mantenidos y con tripulaciones mal formadas y peor pagadas.
En última instancia se trata de aplicar el principio de “el que contamina, paga”, tan reiterado y nunca aplicado, con normas de seguridad marítima que con toda seguridad van a encarecer el coste de los fletes, y los precios de los derivados petrolíferos a todos los consumidores finales.
El principio de “el que contamina, paga” implica internalizar los costes de las externalidades como las mareas negras, las lluvias ácidas, la contaminación atmosférica local, el ozono troposférico, las emisiones de CO2, el cambio climático y los impactos ambientales y sociales de las prospecciones y la extracción de petróleo.
Ello supone aumentar la fiscalidad sobre la energía, tanto para internalizar los costes como para reducir el consumo de productos petrolíferos (gasolinas, gasóleos, queroseno, GLP, naftas o fueloil), pues a fin de cuentas la actual marea negra es sólo una de las muchas consecuencias de un modelo energético dependiente de los combustibles fósiles, que se producen en el Golfo de México o se importan desde los países productores, un modelo de dependencia del petróleo que ya ha ocasionado varias guerras y ha convertido a Oriente Próximo y al Golfo Pérsico en una de las zonas más inestables y conflictivas. Las dos guerras en Irak carecerían de sentido de no ser por el petróleo.
Si el petróleo, como el carbón y la energía nuclear, tuviera que repercutir en los precios finales todas las externalidades, perdería competitividad al encarecerse, aumentaría la eficiencia y el ahorro, y se desarrollarían rápidamente las fuentes alternativas y renovables, como la energía eólica, la solar, la geotermia y la biomasa.
¿Quieren ver lo que es un impacto ambiental? Ahí tienen la marea negra. Y sin embargo todavía hay quien se opone al desarrollo de la energía eólica por sus supuestos impactos ambientales, ínfimos cuando se comparan con los que ocasionan el carbón, el petróleo y la energía nuclear. ¿La energía solar es cara, como recuerda un día si y otro también algún periódico? ¿Por qué no comparan el coste de las primas que recibe la eólica y otras energías renovables con los ocasionados por las mareas negras o el cambio climático? ¿Y cuánto costará esta marea negra? ¿Y el cambio climático, los residuos radiactivos, la proliferación nuclear o las guerras por el petróleo?
Necesitamos otro modelo energético, basado en la eficiencia y en las energías renovables, y también una profunda reforma ecológica de la fiscalidad. Lo barato es caro, como demuestra la marea negra, que a fin de cuentas es sólo una metáfora del actual modelo energético, tan obsoleto y contaminante como el Prestige.
El vertido de petróleo en el golfo de México que se cierne sobre la costa de EE UU trae a la memoria en España la catástrofe del Prestige de 2002. Sin embargo, la situación del pozo de crudo abierto a 1.500 metros de profundidad tras la explosión de una plataforma petrolera es mucho más dramática que la que hubo que afrontar tras el hundimiento del Prestige.
Vientos intensos y olas de gran altura amenazan con frustrar los esfuerzos por impedir que una marea negra de petróleo contamine las costas de Luisiana y desate una catástrofe ecológica no solo en ese estado sino también en los de Florida y Alabama
Tom McKenzie, portavoz del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos, manifestó que es posible que las olas hagan inútiles las barreras flotantes que ya se han instalado a poca distancia de las costas de Luisiana.
Entre tanto, pese a la amenaza de mal tiempo más de 6.000 efectivos y centenares de barcos continuaban instalando las barreras flotantes en las costas de Luisiana que enfrenta la inminencia de un desastre ecológico y en su industria turística y pesquera.
Paralelamente, el gobierno federal intensificó sus presiones sobre la petrolera British Petroleum (BP) para que aumente sus esfuerzos para poner fin al vertido de crudo y trate de reducir el impacto ambiental.
La Casa Blanca anunció ayer que cancela las nuevas exploraciones petrolíferas en las costas de Estados Unidos hasta que concluya la investigación sobre el derrame en el golfo de México.
La situación en la zona del derrame se agrava y va camino de convertirse en uno de los peores desastres naturales de la historia de EE UU. Los trabajos de los servicios de limpieza se han visto complicados en las últimas horas por el mal tiempo que azota las costas de Luisiana, Florida, Misisipi y Alabama.
El Servicio de Meteorología de EE UU ha pronosticado que, si en las próximas horas la dirección e intensidad del viento no cambia, las manchas de crudo podrían afectar a las pequeñas bahías de la costa de Luisiana.
Obama levantó en marzo la prohibición que impedía llevar a cabo nuevas perforaciones para encontrar gas y petróleo al aducir que era crucial para la seguridad energética nacional.
El vertido en el golfo de México y la consiguiente catástrofe ecológica ha irrumpido de lleno, además, en el debate energético estadounidense en Washington. El Senado tiene pendiente la aprobación de una amplia legislación sobre el sector de la energía que incluye también medidas para frenar el cambio climático.
El proyecto de ley de energía y de cambio climático del Senado redactado conjuntamente por el senador demócrata John Kerry, el republicano Lindsey Graham y el independiente Joe Lieberman aboga además por la exploración petrolífera mar adentro, en un intento por atraer el apoyo republicano.
El vertido de unos 5.000 barriles de petróleo comenzó después de una explosión el pasado día 20 y el hundimiento dos días después de una plataforma de prospección petrolera de BP a unos 75 kilómetros de la costa de Luisiana.
El gobernador de Alabama Bob Riley declaró el estado de emergencia y señaló que el vertido de petróleo representa una grave amenaza para el medio ambiente y la economía del estado.
La capa de petróleo que escapa de la plataforma comenzó la noche del jueves a llegar a las costas de Luisiana, cerca de la desembocadura del río Misisipi. La mancha tiene un diámetro de 960 kilómetros y el desastre podría ser aún mayor que el provocado por el petrolero Exxon Valdez en Alaska.
La creciente mancha de crudo estaba muy cerca de la delicada reserva de vida salvaje de los pantanos del borde del delta del río Misisipi que podría dañar gravemente a la ecología del área y sería muy difícil de limpiar.
El derrame fue declarado catástrofe "de importancia nacional", lo cual moviliza recursos federales. "Aunque BP es el responsable último de sufragar el coste de la respuesta y las operaciones de limpieza, mi Administración continuará usando cada medio a nuestra disposición, incluido el Departamento de Defensa, para hacer frente al incidente", señaló Obama.
El desastre actual es sólo uno más de una larga historia:
1967 – Torrey Canyon: El accidente del petrolero liberiano descargó 123.000 toneladas y contaminó 180 kilómetros de costas francesas y británicas.
1972 – Taxanita: La colisión frente a las costas de Suráfrica de dos petroleros liberianos, el Taxanita y el Oswego Guardian, liberó 100.000 toneladas de petróleo en las costas de El Cabo.
1972 – Sea Star: El naufragio del petrolero en el golfo de Omán derramó 115.000 toneladas de crudo.
1975 – Showa Maru: El petrolero japonés, con una carga de 237.000 toneladas, naufragó en el estrecho de Malaca.
1976 – Olympic Bravery: El buque francés se partió en dos frente a la costa norte de Ouessant, en Francia con 250.000 toneladas de carga.
1976 – Urkiola: El superpetrolero, que transportaba crudo de Kuwait, derramó 101.000 toneladas de petróleo en la entrada del puerto de A Coruña (España) tras encallar de forma misteriosa y partirse en dos.
1977 – El Hawaiian Patriot sufre un escape de crudo y más tarde se incendia a 300 millas de las costas de Honolulu, se calcula derramó 95.000 toneladas de petróleo.
1978 – Andros Patria: Un incendio provocado por una explosión mató a los 34 miembros de la tripulación y causó un vertido de 60.000 de las 210.000 de petróleo crudo iraní que transportaba el navío frente a las costas de A Coruña (España).
1978 – Amoco Cadiz: A causa de una avería, este petrolero lineriano encalló y provocó un vertido 227.000 toneladas de petróleo frente a la costa bretona (Francia). Hasta 360 kilómetros de litoral entre Brest y Saint Brieuc resultan contaminadas.
1979 – Ixtoc One: El buque plataforma mexicano se rompió en la bahía de Campeche (México) y vertió al mar 420.000 toneladas de crudo. La enorme marea negra afectó durante más de un año las costas de un área de más de 1.600 kilómetros cuadrados
1979 – El superpetrolero de bandera rumana Independenta colisiona con el cargero griego Evryali en el Estrecho del Bósforo. Tras una explosión y posterior incendio, el balance fue de 43 muertos y 93.000 tonelada de crudo vertidas.
1979 – La colisión de dos superpetroleros Aegean Captain y el Atlantic Empress cerca de Trinidad y Tobago provocó el vertido de 280.000 toneladas de crudo.
1983 – Castillo de Bellver: El incendio del petrolero español, en el que desaparecieron tres de sus tripulantes, provocó una gigantesca marea negra en las costas de Suráfrica. Escupió 250.000 toneladas de crudo.
1988 – El petrolero Odyssey vierte 132.157 toneladas de petróleo tras partirse en dos a 600 millas de las costas de Nueva Escocia.
1989 – Exxon Valdez: El petrolero norteamericano chocó en plena tormenta con un arrecife frente a la costa de Alaska (EE UU). Derramó al mar 42.000 toneladas de crudo, que generaron una marea negra de 6.000 kilómetros cuadrados. La mancha afectó a 2.400 kilómetros de costa. Es, hasta ahora, el mayor desastre ecológico en la historia de EE UU.
1991 – Golfo Pérsico: Entre los mayores vertidos de petróleo de la historia está el provocado por el Gobierno de Irak, que en enero de 1991 arrojó al golfo Pérsico más de un millón de toneladas de crudo de los pozos de Kuwait para dificultar el desembarco aliado. La mancha de petróleo se extendió alrededor de 3.200 kilómetros cuadrados y causó enormes daños ecológicos.
1991 – El superpetrolero liberiano ABT Summer sufre una explosión a 700 millas de Angola provocando uno de los mayores vertidos de la historia, 260.00 toneladas.
1992 – Mar Egeo: El petrolero griego embarrancó frente a A Coruña (España). Llevaba 80.000 toneladas de crudo, que causaron una marea negra de 50 kilómetros cuadrados.
1992 – Aegean Sea: El petrolero intenta entrar en el puerto de A Coruña (España) durante un fuerte temporal. Se desvió del canal de entrada y encalló. Vertió 67.000 toneladas de petróleo crudo.
1993 – El petrolero liberiano Braer naufraga frente a la costa de las Islas Shetland, vierte 85.000 toneladas de petróleo.
1993 – El petrolero danés Jacob Maersk, cargado con crudo iraquí, encalla en la entrada del puerto de Leixoes (Portugal). De las 88.000 toneladas que transportaba la mitad ardieron, un 30% se dispersó por el mar y el resto llegó a la costa próxima.
1994 – Komi: La rotura de un oleoducto en esta república autónoma, en el norte de Rusia, causó una catástrofe ecológica de grandes dimensiones, al derramar entre 200.000 y 300.000 toneladas de petróleo sobre los campos de Usinsk y los ríos Usa y Kolva.
1996 – Sea Empress: El petrolero, propiedad de Texaco Oil, encalló en la costa del suroeste de Gales. Se vertieron más de 70.000 de las 147.00 toneladas de crudo que llevaba.
1999 – Erika: El petrolero maltés se hundió en medio de una fuerte tormenta con 31.000 toneladas de fuel oil pesado en las costas de Bretaña (Francia). Se vertieron unas 20.000 toneladas.
2002 – Prestige: El petrolero se avería frente a las costas de Galicia. Días después se hunde provocando el vestido de 64.000 toneladas en las costas gallegas. Es la peor catástrofe ecológica de la historia contemporánea española.
2007 – New Flame: El carguero panameño colisionó en la bahía de Algeciras con un petrolero danés, que no sufrió daños. El New Flame, con 42.000 toneladas de chatarra y 750 de combustible en sus bodegas, quedó encallado a media milla de Gibraltar.
2007 – Cuatro barcos -el petrolero Volgoneft-139 y los granuleros rusos Volnogorsk, Nahichevan y Kovel- se hunden en el estrecho de Kerch, en el mar Negro, a causa de una fuerte tormenta. La cantidad vertida fue de unas 1.500 toneladas de fuel-oil pesado, 5,5 toneladas de fuel-oil ligero, 25 toneladas de diesel marino y 2,3 toneladas de lubricante.
2010 – Deepwater Horizon. El incendio y hundimiento de esta platatorma, a 84 kilómetros de la costa estadounidense, provoca una marea negra del tamaño de Jamaica. La plataforma sigue expulsando crudo al mar a un ritmo de 5.000 barriles diarios (800.000 litros). La marea amenaza a Luisiana, Tejas, Misisipi, Alabama, Florida y a la desembocadura del río Misisipi.