El Protocolo de Kioto implica para España que el promedio de las emisiones de gases de invernadero en el periodo 2008-2012 no puede superar en más de un 15% las del año base 1990.
El descenso de las emisiones de los seis gases y para todos los usos en el año 2009 puede imputarse en buena parte a la crisis económica, que supone para ese año una caída del PIB del 3,1%, un descenso importante en el consumo de electricidad (caída del 4,4%, la mayor de las últimas décadas) y en el uso del vehículo privado y transporte de mercancías, con una reducción del 5,2% en las emisiones del transporte por carretera, sin parangón en la historia reciente de España.
Se han dado cambios en la estructura del mix de generación eléctrica que explican la reducción de emisiones más allá de la coyuntura económica. La demanda eléctrica disminuyó en un 5,9% y la producción descendió en un 6,7%, resultando un saldo neto entre exportación e importación positivo. España exporta más electricidad que la que importa, por lo que no se ajusta a la verdad cuando algunos citan una hipotética dependencia de la electricidad nuclear procedente de Francia.
La reducción de las emisiones en el sector de generación eléctrica ha sido de un 21% en 2009 respecto a 2008, y de 36 millones de toneladas de CO2 respecto a 2007.
Es muy relevante para esa disminución el descenso de la generación de electricidad con carbón, que disminuyó un 33,8% en 2008 y un 25,3% en 2009. Ello fue debido a la caída de la demanda de electricidad, al aumento de los precios del carbón de importación y de los derechos de emisión de CO2. La reducción de derechos de asignación –gratuitos- a las instalaciones que utilizan carbón ha contribuido a esta reducción y, por lo tanto, a la caída de emisiones del sector de generación eléctrica.
La aportación de las energías renovables, fundamentalmente la eólica, a este resultado de reducción de emisiones es muy importante, por cuanto cubrieron el 23,4% de la generación de electricidad, superando a la nuclear (17,8%) en más de cinco puntos. El incremento sobre la generación del 2008 de la eólica fue de un 12,7%, y la solar fotovoltaica y la termosolar aportaron el 2,1% en 2009, frente a sólo el 0,8% en 2008.
La generación de origen nuclear descendió un 10,6%, y supuso el 17,8% del total, por lo que en 2009 el descenso de la aportación nuclear no tuvo ninguna repercusión en las emisiones, gracias al papel creciente de las energías renovables.
La importante reducción de la generación con carbón (caída del 25,3%), unido al descenso de la producción y la demanda, no ha tenido que ser compensado con la generación en centrales de ciclo combinado, que descendió un 14,3% y cuya cuota en el mix fue del 26,8% en 2009, frente a un 29% en 2008.
Es difícil evaluar si al menos una parte de la reducción de emisiones producida en 2009 se ha debido a los resultados de las estrategias y políticas puestas en marcha en los últimos años por el Gobierno para los sectores difusos. Es complicado, en primer lugar, porque algunas consisten en recomendaciones o directrices genéricas cuya aplicación, que corresponde además a muchas administraciones, es difícil de medir y porque en otras más concretas (ayudas de la E4, Plan RENOVE de Vivienda) el Gobierno no establece los mecanismos adecuados para evaluar su ejecución. No obstante, estos programas de ayuda para incentivar la eficiencia y el ahorro energético no han tenido, en nuestra opinión, una dotación suficiente como para que la disminución de emisiones pueda apreciarse de manera significativa.
En el sector del transporte la reducción de emisiones se debe sobre a la crisis económica, al aumento de los precios de los combustibles y a la reducción de desplazamientos laborales y de mercancías en el último año y medio por efecto de la crisis.
Como primera reflexión cabe señalar que el patrón meritorio es el del año 2006, año en que se redujeron las emisiones en un 1,8% mientras que el PIB creció un 3,9%.
En 2009 el factor determinante es la más profunda crisis económica que ha afectado a España en el último medio siglo, y en mucha menor medida el mantenimiento de los altos precios del petróleo y del carbón de importación.
De hecho, en el sector del transporte se advierte una correlación del descenso de las emisiones y la actividad económica, con un máximo en mayo de 2009, cuando las emisiones caen un 7,66% en el año móvil por efecto de la crisis económica, y una moderación en el descenso de las emisiones al terminar el año.
Tal como va evolucionando la situación económica, que es el factor clave en las emisiones, junto con la aportación de las energías renovables, cabe esperar un descenso de las emisiones en 2010, aunque más moderado que en 2009.
La construcción se ha paralizado en gran medida, las ventas de automóviles se han reducido a la mitad, el paro en poco más de un año pasó de menos de dos millones a más de cuatro millones de personas, el consumo de electricidad cayó un 4,4% en 2009, la demanda de gas natural en España descendió un 10,6% en 2009 y el consumo de cemento, según Oficemen, cayó un 33% en 2009.
El consumo de energía primaria disminuyó en 2009 un 8,2%, el mayor descenso de los últimos cincuenta años, aunque el consumo de carbón cayó un 24,3%, factores que explican la casi totalidad del descenso de las emisiones de GEI en 2009, mientras que el de gas natural disminuyó un 10,6%, mientras que el consumo de petróleo descendió un 6,6%.
Por tanto, la cuestión estriba en si las medidas adoptadas son lo suficientemente eficaces como para que cuando repunte la actividad económica nuestro país sea más eficiente energéticamente y se sigan reduciendo las emisiones de gases de invernadero.
A pesar del importante descenso de las emisiones de GEI en 2008 y 2009, España aún sigue siendo uno de los países industrializados donde más han aumentado las emisiones y sigue necesitando un importante esfuerzo para cumplir el Protocolo de Kioto, incluso acudiendo a los mecanismos de flexibilidad contemplados en el Protocolo que le permiten adquirir en el exterior derechos de emisión que le permitirían emitir durante los años 2008-2012 por encima del 15% en relación a 1990.
Así, la senda española de cumplimiento del Protocolo de Kioto contempla un aumento de emisiones del 37%, de forma que los 22 puntos por encima del mencionado 15% serían adquiridos por dos vías: la mejora de la gestión de los sumideros forestales, con un máximo de 2 puntos, y la adquisición de derechos de emisión siguiendo los mecanismos de flexibilidad hasta un total de 20 puntos, lo que representaría la adquisición de unos 60 millones de toneladas año y un total de 300 millones a lo largo del periodo 2008-2012.
El 1 de enero de 2010 las emisiones se habían incrementado en un 27,8%, casi trece puntos por encima del límite comprometido en el Protocolo de Kioto. Para que a final de 2012 las emisiones españolas se sitúen en la senda de cumplimiento, tendrán que seguir disminuyendo, dado que lo que cuenta es la media de los cinco años. Aunque debido a la crisis y la caída del consumo energético y de la actividad industrial todo parece indicar que habrá una importante reducción también en 2010, será necesario que las reducciones de 2008 y 2009 se consoliden y profundicen más allá de las circunstancias de crisis económica para que las emisiones no se disparen al final del periodo de compromiso si la situación económica cambia de ciclo, como es deseable. Si no es así no se alcanzaría la senda comprometida.
Cuanto más reduzca España sus emisiones en 2008-2012 por debajo del 37% más contribuirá a la mitigación del cambio climático, menos costoso será el cumplimiento del Protocolo de Kioto y más confortable tendrá la situación para futuros compromisos.
En los últimos años se aprobó la Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia. Horizonte 2007-2012-2020, la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética 2004-2012 (E4), el Plan de Acción de la E4, el Código Técnico de la Edificación, el Plan de Energías Renovables para el periodo 2005-2010 (PER), dos Planes Nacionales de Asignaciones (PNA), la Revisión 2007-2016 de la Planificación de los Sectores de Electricidad y Gas. Igualmente ha aumentado la conciencia de la población y las diversas administraciones y empresas empiezan a tomar en consideración el desafío del cambio climático.
Los dos Planes Nacionales de Asignación de emisiones de CO2 derivados de la aplicación de la Directiva Europea de Comercio de Emisiones, elaborados por el Gobierno desde 2004, contemplaban un escenario de crecimiento de las emisiones del 24% para el año 2005-2007 el primero y un 37% para el periodo 2008-2012 el segundo PNA. Por tanto los Planes están muy por encima del objetivo de cumplimiento del +15% asignado a nuestro país, y se diseñaron sin tener en cuenta la crisis económica actual. Hoy los objetivos pueden y deben ser más ambiciosos.
Debe señalarse también que la situación de crisis está permitiendo que las empresas con derechos de asignación los estén vendiendo, o los guarden para los próximos años, con lo que el mercado de estos derechos ha hundido sus precios, lo que deja de ser un estímulo para la reducción. El sistema europeo de asignación mediante subasta evitará este fenómeno no deseado.
El consumo de energía primaria en España ha pasado de 91,8 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo) en 1990 a 130,6 Mtep en el año 2009 (un 42% de aumento, a pesar de los descensos de 2008 y 2009). En 2009 la dependencia energética alcanzó el 77,2%, a pesar de que en la producción nacional se incluye la energía nuclear, lo que no es riguroso ya que el combustible (uranio) es importado. El grado de dependencia energética fue del 66% en 1990, y de un 77% en 2009.
La Planificación de los Sectores de Electricidad y Gas 2007-2016 estima que el consumo de energía primaria será de 155,5 Mtep en el año 2011 y de 164,95 Mtep en 2016, aunque tales previsiones habrá que revisarlas en profundidad, ante el desplome de la actividad económica y el previsible estancamiento de los sectores que han “tirado” de nuestro crecimiento reciente.
El consumo de carbón, que ascendió a 10,6 Mtep en el año 2009 (8,1% del consumo de energía primaria), pasaría a 13,91 Mtep en 2011 (8,9%) y 13,22 Mtep en 2016 (8%), el de petróleo pasaría de 63,67 Mtep en 2009 (48,8%) a 69,52 Mtep en 2011 (44,7%) y 69,6 Mtep en 2016 (42,2%), el gas natural de 31,08 Mtep (23,8%) en 2009 a 36,39 Mtep (23,4%) en 2011, la energía nuclear se mantendría en términos absolutos (de 13,7 Mtep en 2009 a 15,4 Mtep en 2016) y disminuiría en términos relativos (del 10,5% en 2009 al 9,3% en 2016), y las energías renovables deberían alcanzar el 13,1% previsto en el año 2011, pasando de 12,18 Mtep en 2009 (9,3%), incluida la hidráulica, a 20,3 Mtep en 2011 (13,1%) y 25,8 Mtep en 2016 (15,6%).
Si se cumplen estas previsiones del Gobierno, algo dudoso en el escenario inestable de la actual crisis económica, las emisiones aumentarán hasta el 45% por encima del año base 1990 corregido (el triple del compromiso en el marco del Protocolo de Kioto). En cualquier caso, el escenario es muy inestable y es difícil hacer previsiones fiables .
Emisiones de dióxido de carbono (CO2)
Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en España disminuyeron un 9,8% en 2009 respecto a 2008. En 2009 representaron el 82,2% de las emisiones brutas de gases de invernadero en España, sin incluir los sumideros. Entre 1990 y 2009, sin incluir los sumideros, crecieron un 33,4%, pasando de 228,2 millones de toneladas en 1990 (año base) a 304 millones de toneladas en 2009.
El 93% de las emisiones se debe al consumo de combustibles fósiles en centrales térmicas, vehículos, industrias, comercios y viviendas, y el 7% restante en gran parte se debe a procesos industriales sin combustión, fundamentalmente la fabricación de cemento.
Emisiones de metano (CH4)
El metano representó en 2009 el 9,6% de las emisiones brutas de los seis gases de invernadero, en dióxido de carbono equivalente sin incluir los sumideros.
En 1990, año base, se emitieron en España un total de 26,3 millones de toneladas de metano en unidades de CO2 equivalente, mientras que en 2009 se llegó a 35,7 millones de toneladas en unidades de CO2 equivalente, según nuestras primeras estimaciones.
La emisión de metano se debe a la fermentación entérica, la gestión del estiércol (26%), los vertederos (22%), la minería del carbón (2,5%), emisiones fugitivas del petróleo y el gas natural (1,7%), y las aguas residuales (5,9%). Los cultivos de arroz emiten cantidades muy pequeñas (0,8%).
El potencial de calentamiento de una molécula de metano (CH4) equivale a 21 moléculas de CO2 equivalente, según el IPCC de 1995, que es el empleado por los países que ratificaron el Protocolo de Kioto.
Emisiones de óxido nitroso (N2O)
Las emisiones de óxido nitroso (N2O) en España en 2009 representaron el 6,3% de las emisiones totales brutas de gases de invernadero en España (sin incluir los sumideros).
Las emisiones de óxido nitroso (N2O) en España en 1990, año base, ascendieron a 27,25 millones de toneladas en unidades de CO2 equivalente, y representaron el 6,3% de las emisiones de gases de invernadero en España en 2009, sin incluir los sumideros.
Las mayores emisiones de este gas se deben a los fertilizantes aplicados a los suelos agrícolas (65%). El resto corresponde al sector energético (12%), la gestión del estiércol (12%), las aguas residuales (4%) y la industria química (5%).
El potencial de calentamiento de una molécula de óxido nitroso (N2O) equivale a 310 moléculas de CO2 equivalente, según el IPCC de 1995, que es el empleado por los países que ratificaron el Protocolo de Kioto.
Emisiones de carburos hidrofluorados (HFC)
Los HFC han sustituido a los CFC que destruyen la capa de ozono, y se emplean fundamentalmente en equipos de refrigeración y aire acondicionado, extintores de incendios y aerosoles. Los HFC no dañan la capa de ozono, pero son potentes gases de invernadero. Los HFC comprenden los HFC-23, HFC-32, HFC-125, HFC-134ª, HFC-143ª, HFC-227ea, y HFC-236fa.
En 2009 representaron el 1,66% de las emisiones totales brutas de gases de invernadero en España (sin incluir los sumideros). En 1995, año base a efectos del Protocolo de Kioto, se emitieron 4.645.440 toneladas de CO2 equivalente, mientras que en 2009 las emisiones fueron 6.163.740 toneladas de CO2 equivalente, de acuerdo a nuestras estimaciones provisionales.
Al igual que en el pasado se eliminaron los CFC, hoy urge suprimir los HFC, productos fácilmente sustituibles en refrigeración, extintores y aerosoles, y sin embargo apenas se ha hecho nada.
El potencial de calentamiento de una molécula de HFC varía mucho según el producto; el del HFC-23 (CHF3) equivale a 11.700 moléculas de CO2 equivalente, según el IPCC de 1995, que es el empleado por los países que ratificaron el Protocolo de Kioto.
Emisiones de carburos perfluorados (PFC)
La práctica totalidad de las emisiones de carburos perfluorados se debe a la producción de aluminio. Los PFC comprenden los CF4, C2F6, C3F8 y C4F10.
En 2009 representaron el 0,07% de las emisiones totales brutas de gases de invernadero en España. En 1995, año base para los compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto, se produjeron en España 108 toneladas de CF4 y 9,5 toneladas de C2F6 (832.510 toneladas de CO2 equivalente).
Las emisiones desde entonces han disminuido, siendo equivalentes a 245.640 toneladas de CO2 equivalente en 2009. El potencial de calentamiento de una molécula de PFC varía, de 6.500 a 9.200 moléculas de CO2 equivalente, según el IPCC de 1995.
Emisiones de hexafluoruro de azufre (SF6)
El hexafluoruro de azufre (SF6) se emplea en equipos eléctricos. En 2009 representaron el 0,09% de las emisiones totales brutas.
En 1995, año base para el Protocolo de Kioto, se emitieron 108.340 toneladas de CO2 equivalente, y en 2009 las emisiones aumentaron hasta llegar a 349.320 toneladas de CO2 equivalente.
El potencial de calentamiento de una molécula de hexafluoruro de azufre (SF6) equivale a 23.900 moléculas de CO2 equivalente, según el IPCC de 1995.
Evolución de las emisiones por sectores
Por sectores, las emisiones totales en dióxido de carbono (CO2) equivalente en España entre 1990 y 2009 han sido las siguientes:
Sector energético. Es el mayor responsable del conjunto de las emisiones, y el auténtico nudo gordiano, pues en 2009 representó el 77% del total. Las mayores emisiones se deben a la generación de electricidad y al transporte por carretera. El resto corresponde a las diez refinerías de petróleo, consumos energéticos de la industria, transporte aéreo interior (no incluye el transporte aéreo con otros países), usos residenciales (sobre todo calefacción y agua caliente sanitaria) y servicios. Las tablas 6, 7 y 8 muestran la evolución de las emisiones en los dos sectores clave, la generación de electricidad y al transporte por carretera.
Las emisiones de la generación de electricidad, tras los importantes descensos de 2008 y 2009, sólo crecieron un 11,7% entre 1990 y 2009, representando el 19,47% del total en 2009, siendo el sector eléctrico donde hay más posibilidades de reducir las emisiones y a un menor coste.
En el transporte por carretera las emisiones están desbocadas pues, aunque en 2009 se han reducido un 5,2% por la crisis económica, crecieron un 71% entre 1990 y 2009, suponiendo el 23,6% del total. La política real sigue siendo la prioridad al automóvil privado en el transporte urbano e interurbano y al camión en el transporte de mercancías. A este respecto hay que destacar el riesgo de que en las “políticas de salida de la crisis” se acometan inversiones destinadas a reforzar este modelo de movilidad. Por muchos otros motivos, pero para conseguir una efectiva reducción de emisiones en este sector, es evidente la necesidad de un giro hacia la promoción del transporte colectivo y público, el reequilibrio modal entre carretera y ferrocarril en transporte de mercancías y la promoción de los vehículos eléctricos. De lo contrario, cuando se recupere la actividad económica, el repunte de emisiones del sector llevará al traste con los escenarios previstos.
Los procesos industriales distintos a la combustión, como la producción de cemento, industria química y metalúrgica, representaron en 2009 el 7,7%. Los disolventes y otros productos sólo representan el 0,3% del total. La agricultura y la ganadería representan el 10,5% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) equivalente, con un aumento muy inferior al de los otros sectores emisores. Los residuos representan el 4,3% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) equivalente, con un aumento del 73% respecto al año base. Las emisiones de metano son las más importantes.
La energía eólica en España evitó la emisión de 22 millones de toneladas de CO2
Las emisiones de GEI de 2009 habrían sido mucho mayores, de no haber sido por el desarrollo de la energía eólica, que en 2009 representó el 12,3% de la generación eléctrica bruta, con un aumento del 12,7% respecto a 2008, y evitó la emisión de 25 millones de toneladas de CO2 teniendo en cuenta el mix actual de generación.
La generación eólica en 2008 alcanzó la cifra de 36.615 GWh, lo que supuso el 12,3% del total de la producción bruta (296.508 GWh). Sin la aportación de la eólica, las emisiones habrían sido un 6% más que las registradas. Dado que la eólica plantea problemas de garantía de suministro, hay que intentar superar las dificultades de integración de la eólica en el mix de generación, que las hay, aumentando las conexiones con el resto de la UE y el norte de África (si no sopla el viento en un lugar, lo hará en otro más distante), el bombeo y la introducción de los vehículos eléctricos en el marco de un programa que contemple las “redes inteligentes” y la V2G (del vehículo a la red). También hay que empezar a desarrollar la eólica marina, cuyo retraso está perjudicando la competitividad de la industria eólica española.
La solar fotovoltaica representó en 2009 el 2% de la demanda; no obstante, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ha cambiado el régimen de primas, frenando en seco el desarrollo de la solar fotovoltaica y ocasionando con ello la pérdida de más de 25.000 empleos en el sector, según ASIF.
José Santamarta Flórez es director de la edición española de la revista World Watch y asesor de ISTAS. El presente trabajo resume un encargo de CC.OO.