Sería lógico pensar entonces que también ese sol brilló en Solarforum, el primer encuentro oficial del ramo en Alemania, que acaba de concluir en Berlín. Pero no. El Gobierno acaba de recortar drásticamente los incentivos y la industria observa el futuro con pesimismo.
Schott Solar apuesta por el futuro de la energía renovable. La firma alemana produce dispositivos e instalaciones solares en ocho puntos de Europa y Estados Unidos. Sólo en Alemania emplea a 1.200 trabajadores en la fabricación de piezas de la más moderna tecnología. El negocio marcha bien, pero eso podría cambiar en breve.
"Esta reducción de las retribuciones por energía suministrada es algo que había sido pactado desde el inicio entre el Gobierno y la industria. Una retribución de este tipo requiere tener un carácter decreciente, para motivar a la industria a disminuir constantemente los costes", admitió Christoph Fark, Gerente de Schott Solar, en entrevista con Deutsche Welle.
"Pero lo que sucede ahora está fuera de lo común, va más allá de lo que podemos compensar como empresarios de la industria y tendrá, por supuesto, consecuencias masivas sobre el desarrollo de la empresa y los puestos de trabajo", aseguró Fark.
Fomento legal de la energía renovable
El fomento al desarrollo de la industria de la energía solar está fijado en la Ley de Preferencia de las Energías Renovables (EEG). El principio es simple: los operadores de red que introducen corriente eléctrica producida a partir de energías renovables en la red pública, reciben una retribución de su proveedor de energía, por un monto fijado legalmente para veinte años.
Las retribuciones deben amortizar los costos de inversiones y, a largo plazo, posibilitar la obtención de ganancias. Esto resulta económicamente atractivo y promueve que cada vez más ciudadanos instalen celdas solares en los techos de sus casas, o que cada vez más agricultores se interesen en la producción de este tipo de energía en sus tierras en desuso.
Paga el consumidor
Las subvenciones provienen de los consumidores del servicio eléctrico. Por cada kWh, se pagan dos céntimos extra. Pero la idea ha dejado de sostenerse en la práctica macroeconómica: "La EEG cuesta 1.000 millones de marcos (500 millones de euros aproximadamente) y no creo que una industria que sólo aporta un porcentaje pequeño a la generación de electricidad, deba dar lugar a este andamiaje. Por supuesto que por un lado se genera aceptación, la energía solar es chic. Pero si el consumidor alemán tiene que pagar de 5.000 a 6.000 millones de euros al año para esta industria, creo que en algún momento tendremos que repensar la EEG", dijo a DW Karin Freier, vocera del Ministerio de Medio Ambiente.
La ley, que entró en vigor a inicios del pasado 2009, sufrirá cambios que deben llevar hasta un 16 por ciento los recortes, fijados antes en un 10 por ciento de la subvención para 2010 y otro 10 por ciento para 2011. La industria solar alemana está amenazada por daños irreparables, dicen los empresarios, pues las reducciones coinciden con tiempos en que la competencia asiática crece.
China amenaza
"China tiene el claro objetivo político de convertirse en el número uno de la industria fotovoltaica. Allí hay mejores condiciones de crédito, emplazamientos más económicos, mano de obra barata, así como condiciones climáticas diferentes a las que tenemos en Alemania. Eso quiere decir que tendremos que enfrentarnos con un muy fuerte competidor", pronosticó Fark.
Los empresarios preferirían tener apoyo político contra el competidor indeseado, pero Karin Freier, del Ministerio de Medio Ambiente deja claro que el Gobierno se niega a ejercer cualquier forma de proteccionismo. En las esferas políticas alemanas hay conciencia de que la industria fotovoltaica nacional se halla frente a un grave desafío. Pero el temporal tendrá que ser capeado con ingeniería industrial desde el propio sector, créditos, garantías.
"Pienso que no hay manera de escapar. Tendremos que imponernos a la competencia. Tratar de fijar estándares de calidad en la ley decir, con ello, pues ahora sólo tienen acceso (al mercado) los módulos alemanes, sería igualmente fallido. Sería,. Pienso, tomar el camino errado", advirtió Freier.
Las empresas alemanas, por supuesto, buscan ahora el camino correcto en la medida de que tratan de imponer se en el mercado internacional. Schott Solar, por ejemplo, colabora con Desertec en un proyecto de energía solar en el desierto. No obstante, Christoph Fark no podría prever si los emplazamientos de la industria alemana se sostendrán, o si habrá despidos masivos en el sector. "Eso se verá", dice y sacude los hombros en gesto contrariado.
Autor: Rosa Muñoz Lima
Editor: José Ospina-Valencia