La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) destaca que el sector del transporte es el único que ha incrementado sus emisiones de CO2 entre 1990 y 2007 en la UE y lo ha hecho en 200 millones de toneladas, de los que 50 millones corresponden a España.
Tanto en Europa como en España, el consumo de petróleo para el transporte crece, pero lo hace más rápido en el segundo caso. Y, mientras que las emisiones de la gasolina han caído en ambos territorios, las del gasoil han aumentado exponencialmente.
La AEMA destaca que las cifras anteriores no incluyen las emisiones del transporte marítimo y aéreo internacional, que en España representarían un 9 por ciento y en Europa un 6 por ciento y que posiblemente entrarán a formar parte del tratado internacional que sustituya al Protocolo de Kioto.
Las emisiones de GEI se han reducido en Europa en este periodo un 9 por ciento, especialmente durante los tres últimos años debido a que el precio del combustible para el hogar crece más rápido que la renta y a que la temperatura media de Europa se ha incrementado, lo que implica un menor uso de la calefección, ya que lo ha hecho aún más rápidamente en invierno.
Las primeras estimaciones sobre los datos de 2008 apuntan a que la reducción de emisiones se situará en torno al 1,5 por ciento. Sin embargo, en España en este mismo periodo las emisiones de GEI han crecido más del 50 por ciento.
El rápido aumento de la población, del PIB y la energía primaria y la predilección por el carbón, explican esta tendencia, así como la menor eficiencia de las centrales de generación eléctrica en relación con Europa.
A pesar de ello, la Agencia, que el año pasado consideraba que el país no podría cumplir con los objetivos del protocolo de Kioto (emitir un 15 por ciento más de gases de lo que emitía en 1990), ya considera que los va a poder cumplir gracias, sobre todo, a la crisis económica, a los sumideros, a la compra de derechos de emisión y a la utilización de Mecanismos de Desarrollo Limpio y la aplicación conjunta (inversión en tecnologías limpias en países en desarrollo y de la Europa del Este).
En todo caso, no será hasta 2014 cuando se sepa qué países han cumplido con este Protocolo debido a la complejidad de los sistemas de contabilidad. En este año, además, ya debería estar en vigor un nuevo acuerdo que sustituya a Kioto y que en principio iba a concluir en la Cumbre del Clima de Copenhague (COP15), que tendrá lugar en diciembre, pero cuyo desenlace es cada vez más dudoso.
La UE ya se ha comprometido unilateralmente ha rebajar sus emisiones verificadas (las sometidas al régimen de derechos de emisión) un 20 por ciento respecto a 2005 en 2020 y un 10 por ciento las de los sectores difusos (agricultura, residencial y transportes); a mejorar un 20 por ciento su eficiencia energética para el mismo periodo; y debe alcanzar un porcentaje del 20 por ciento de energías renovables en el consumo final de energía.
Las condiciones para España son muy blandas, porque en 2005 las emisiones alcanzaron un límite máximo. Caso muy distinto sería si el año base hubiera sido 1990. El sector eólico evitó en 2008 en España la emisión de 20 millones de toneladas de CO2.
La unión de vehículo eléctrico y energía eólica para recargar las baterías de litio, será el factor decisivo para frenar las emisiones de CO2 en el transporte por carretera en la próxima década.
Fuentes de la Comisión Europea mantenían esta semana la esperanza de alcanzar una ‘COP decision’ en diciembre, un acuerdo global de las partes, que al menos permita alcanzar un tratado vinculante en un año, después del anuncio de China y Estados Unidos de que no se comprometerán a reducciones concretas de emisiones en esta cumbre.