Es decir: el impacto visual sobre el turismo y la pesca es practicamente nulo. Los beneficios son claros: menos emisiones de CO2, generación de empleo y desarrollo tecnológico.
El proyecto eólico marino promovido por la empresa andaluza Magtel, el Ayuntamiento de Chipiona (Cádiz) y la Universidad gaditana reducirá sus pretensiones para atender informes científicos que desaconsejan la ubicación de aerogeneradores en algunas zonas frente a la costa gaditana.
La empresa Magtel, especializada en energías renovables, el municipio de Chipiona, gobernado por el PSOE, y la Universidad de Cádiz constituyeron una sociedad de capital mixto para desarrollar el proyecto eólico Las Cruces del Mar. En principio se habló de una inversión de 2.500 millones de euros para instalar 1.000 megavatios de potencia eólica.
Se prevé la creación de 800 empleos en la construcción y otros 300 en el mantenimiento, además de nuevos arrecifes artificiales para recuperar las especies del caladero local, aumentando la pesca en el litoral gaditano.
El proyecto eólico está en una fase inicial, dado que el Ministerio de Industria aún no ha iniciado el proceso para solicitar las áreas donde instalar los parques eólicos. La nueva sociedad sociedad ha encargado a la Universidad de Cádiz varios informes donde se analizan las repercusiones sociales, económicas y sobre el medio ambiente del parque eólico provisto en Chipiona.
Los primeros resultados de los informes de la Universidad de Cádiz se presentaron ayer en las jornadas celebradas en Chipiona por el vicerrector de Innovación de la UCA, Francisco Antonio Macías.
Las conclusiones de Universidad de Cádiz apuntan a reducir el parque eólico marino, señalando las zonas donde no se pueden instalar aerogeneradores y las restricciones ambientales y pesqueras, pero en conjunto se defiende el parque eólico marino, como confirmó el presidente de Magtel, Mario López.
Para proteger la pesca artesanal, no habrá ningún aerogenerador a menos de 12 kilómetros de la costa, frente a la previsión inicial de ocho kilómetros. Laerogeneradores estarán más lejos y no serán visibles desde la playa, por lo que su impacto visual será nulo, frente a lo argumentado por las plataformas contrarias al proyecto.
Los aerogeneradores tampoco tendrán piscifactorías en sus bases, aunque serán como arrecifes artificiales para propiciar la recuperación y cría de especies comerciales. Los aerogeneradores, igualmente, se instalarán en lugares que no obstaculicen las derrotas de los buques que transitan por el corredor Sevilla-Estrecho y Estrecho-Huelva ni la servidumbre militar de la Base Naval de Rota y el acceso a la Bahía de Cádiz.
El parque eólico marino utilizará tecnologías constructivas que minimizarán la turbidez y el campo magnético que generaría sería cinco veces menor al que produce la propia Tierra.
La Universidad de Cádiz, como se demostró en la jornada, toma partido a favor del proyecto eólico tras un profundo análisis de un equipo multidisciplinar de expertos en hidrodinámica, en especies pesqueras y ecología marina, en seguridad marítima, en ordenación del territorio y en meteorología.
Las jornadas en Chipiona, con un millar de asistentes, se realizaron en un ambiente más relajado que en otras anteriores. Participaron todos los sectores, desde los responsables técnicos del proyecto, a la denominada Plataforma Por un horizonte sin molinos, que congrega a todas las opiniones contrarias, con argumentos demagógicos y sin fundamento.
"Un aerogenerador te puede molestar visualmente pero el bien que produce es tan grande que compensa con creces el supuesto daño que te puede causar a la vista", dijo el director de la Fundación Oceana, Xavier Pastor. La clausura corrió a cargo del invitado estrella, el juez Baltasar Garzón. El magistrado criticó las posturas inmovilistas y abogó por el consenso.