Avanzando hacia atrás por Sergio de Otto

Definitivamente todo vale. Valen los estudios de las cuenta de la vieja, como del que nos hacíamos eco los comentaristas de esta revista hace un mes, valen las afirmaciones más gratuitas sin prueba alguna, como que el cierre de Garoña supondrá un aumento del precio de la electricidad del 10 por ciento, vale la descalificación radical de una propuesta que trata de aportar propuestas al reclamado debate energético, como el interesante documento presentado por la Fundación Ideas, laboratorio ideológico del PSOE. Definitivamente hay sectores muy poderosos que no se limitan a pretender que cambie algo para que todo siga igual sino que definitivamente quieren avanzar a grandes pasos hacia …….. el pasado y hablan de viejas recetas como si fueran nuevas.

En estas últimas semanas hemos podido corroborar nuestra convicción de que todos los que claman por una reapertura del debate sobre la energía nuclear lo que están pidiendo a gritos es sembrar todo el planeta de centrales nucleares ¿O pretenden hacerlo sólo en nuestro selecto club de países ricos occidentales? Este mes de mayo se ha celebrabado en Javea un encuentro euro mediterráneo, impulsado por la Comisaria europea Benita Ferrero-Waldner, y en él el ministro libio de Minas y Energía lo dejaba muy claro: “o todos podemos hacer centrales nucleares o declaramos todo el planeta territorio libre de energía nuclear”. Lógico.

Mientras aquí, en casa, los que podrían acometer las inmensas inversiones para construir nuevas plantas callan sobre nuevos proyectos y esperan a ver si el presidente del Gobierno va de farol en lo del cierre de las viejas centrales, vocación y compromiso electoral que, cuando estas líneas estén en manos del lector, quizás ya habrá pasado la prueba del algodón. Lo hemos dicho en varias ocasiones: esa es la batalla del lobby nuclear, prolongar la vida de las centrales y con este objetivo se puede llegar a afirmar que prescindir de la producción que aportan los 466 MW de Garoña “supondrá un incremento del 10 por ciento en el recibo de la luz”. Increíble, lanzas una afirmación de este calado sin citar ninguna fuente, sin aportar una explicación, sin decir cómo y por qué y te encuentras con el titular al día siguiente en la mayor parte de los medios. ¿Nadie se detiene cinco minutos a hacer las cuentas para comprobar que la producción de esa central no supone más del 1,2 % de la producción total? Claro que puede afectar al precio de la electricidad puesto que, como las renovables, oferta a cero y deja fuera las tecnologías más caras que marcan el precio marginalista. Sí, pero no será nunca más del 1 % o el 1,5 %. Y además esa generación será suplida por nueva potencia renovable que tiene el mismo efecto en el precio.

La reacción al estudio presentado por la Fundación Ideas ha sido también muy significativa. Este documentado informe, redactado por un puñado de expertos, buena parte de los cuales me merecen todo el respeto del mundo, aporta una propuesta para 2050 en la que plantea la viabilidad de un modelo energético cien por cien renovables. ¿No querían debate? Pues ya tenemos un buen material para emprenderlo en la misma línea que el presentado por Greenpeace en un loable esfuerzo que ya glosé en estas páginas.

Desde los medios más afines al sector convencional se ha puesto el grito en el cielo porque para iniciar el camino hacia esa meta se reclama el cierre de Garoña. Otros afirman que supondrá multiplicar por diez los costes energéticos mirando al futuro con las gafas de cerca. Son los mismos que se mofaban hace quince, o apenas diez años, de un hipotético papel de la eólica en nuestro sistema energético que hoy aporta casi el 13 por ciento de la electricidad. Niegan que podamos construir un modelo energético diferente. Por un lado cuentan con los tópicos, con las ideas preconcebidas grabadas a fuego en la conciencia colectiva, por otro lado hacen pesar los intereses de determinados sectores que se defienden con todo su poderío, pese a que esos intereses sean contrarios a los de los ciudadanos, a los de su país, a los del futuro del planeta.

Si nos creemos que este sistema energético tiene problemas muy graves no se trata de maquillarlos sino de cambiarlo de arriba abajo. Porque es imprescindible y porque es posible.

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