A medida que aumenta el número de MW, especialmente eólicos instalados, se incrementa la posibilidad de que se pueden llegar a producir cortes por exceso de producción, especialmente durante la noche (horas valle), debido a que la demanda a esas horas apenas llega a los 25.000 MW, y teniendo en cuenta que la nuclear no se puede parar y que son necesarios determinados niveles de reserva secundaria y terciaria, estaríamos hablando de 10.000 a 12.000 MW fijos, lo que quiere decir que cuando pasemos de unos 20.000 MW eólicos instalados, se producirán recortes por las noches, en periodos de mucho viento. En base a esto, los objetivos y planes de energías renovables deben empezar a hablar de energía evacuable y no de potencia instalada.
Las soluciones para evitar este tipo de recortes son de varios tipos: aumentar el bombeo para incrementar la demanda en horas valle o mejorar la interconexión con Francia, que se pretende incrementar la potencia, para llegar a tener unos 4.000 MW. Ambas tienen sus limitaciones, pues existen pocos emplazamientos que permitan instalar plantas de bombeo y en el caso de la interconexión, se trata de un proyecto complejo, muy retrasado, aunque parece definitivamente lanzado en los últimos meses, y en este caso deberemos competir con la nuclear francesa en los periodos de valle, también de bajos costes variables.
Otra solución que se puede barajar sería el del almacenamiento de la energía eólica, aunque por el momento no es viable debido al alto coste de producción del hidrogeno, de los sistemas de almacenamiento en aire comprimido o de las baterías existentes en el mercado.
La introducción del vehículo eléctrico a gran escala, como sistema de almacenamiento podría ayudar a solucionar el problema de los excedentes energéticos en horas valle. La AEE ha impulsado el Proyecto REVE (Regulación Eólica con Vehículos Eléctricos) y el IDAE, el proyecto MOVELE, para entender mejor la casuística tanto de los vehículos y baterías, como de las redes y de la operación del sistema.
Un vehículo eléctrico medio consume alrededor de 12 kWh por cada 100 km. Con una carga de unos 7 kWh durante la noche en un enchufe casero, tendría para recorrer más de 60 km, lo cual sería suficiente para el recorrido que va a realizar un vehículo durante el día.
En un hipotético escenario con 2 millones de coches eléctricos en España, que contengan una batería de 7 kWh de capacidad, y una recarga del vehículo uniforme, a lo largo de las 7 horas que durante la noche tienen menos consumo, se produciría un incremento de la demanda de unos unos 2.000 MW en cada una de esas 7 horas. Pero si la carga se realizara mediante la utilización de sistemas inteligentes, que siguieran la evolución de la demanda general del sistema, se podría conseguir en las horas más críticas de la noche, en cuanto a consumo de electricidad, un aumento de la demanda de 4.000 MW, cantidad suficiente para integrar toda la los excedentes eólicos producidos en hora valle.
Para que esto sea posible hace falta desarrollar cuatro elementos fundamentales: el coche eléctrico, la batería de almacenamiento y sistemas de carga, la red eléctrica necesaria para la conexión y un modelo económico rentable y atrayente para los consumidores.
Por lo que respecta al vehículo eléctrico, la práctica totalidad de las empresas del sector ya están desarrollando sus modelos, y cabe esperar que a partir de 2010-2012 el automóvil eléctrico irrumpa de forma masiva en el mercado, con General Motors (Volt, Ampera), Mitsubishi, que planea impulsar la fabricación de 4.000 utilitarios MiEV en el año fiscal 2010 y 10.000 para el 2011, Renault y Toyota entre otros, tienen ya sus modelos eléctricos e híbridos conectables a la red, listos para ser comercializados.
Pero, sin lugar a dudas, la clave del uso del vehículo eléctrico como sistema de almacenamiento esta en el desarrollo de una batería recargable, viable técnica y económicamente, ya que el tipo y la capacidad de la batería condicionan aspectos tan críticos para el vehículo, como son la velocidad máxima, la distancia recorrida o el tiempo de recarga. Las noticias que salen cada día sobre las distintas investigaciones llevadas a cabo por las diferentes empresas y centros de investigación, en cuanto a baterías y capacitores de carga rápida, prevén una auténtica revolución tecnológica en los próximos diez años, que unido a noticias como que existen reservas de litio para fabricar un mínimo de 2.500 millones de vehículos eléctricos, hacen presagiar un futuro prometedor para el coche eléctrico.
Tan importante como el desarrollo de las baterías, es la implantación de una red de distribución compatible con el uso del coche eléctrico y la implantación de la V2G. Israel, Dinamarca, Australia, Francia y EE UU ya han presentado sus proyectos de redes inteligentes, y en España se está trabajando en este campo con proyectos como el MOVELE del IDAE, o el mencionado REVE de AEE, que pretenden demostrar cómo este tipo de redes con sus correspondientes puntos de recarga y recambio de baterías, son factibles a corto y medio plazo.
Pero para que todo esto sea posible, es necesario un modelo económico que lo gestione, y sobre todo que sea rentable y atrayente para los consumidores, puesto que al usuario individual probablemente lo único que le preocupe es el coste monetario que debe afrontar para adquirir su vehículo eléctrico. La gran novedad que debe introducir el sistema, y que esta ya poniéndose en marcha en Israel, mediante el proyecto Better Place, es eliminar una de las grandes barreras a la generalización de los vehículos eléctricos, el coste de las baterías. Para ello se alquila o se cobra una cuota mensual por la batería o incluso por el vehículo, a semejanza de lo que ocurre, a menor escala, con la telefonía móvil. El propietario del vehículo lo compra sin la batería, por lo que el coste inicial es muy reducido, y se puede repartir a lo largo del periodo de vida del vehículo. Como el precio de la electricidad es mínimo, comparado con el combustible (Un coche eléctrico necesita de 10 a 20 kilovatios/hora para recorrer 100 kilómetros, lo que supone un coste de 2 euros, frente a los 8 euros necesarios para que un coche de gasolina o gasóleo recorra la misma distancia), el coste por kilómetro recorrido es similar o incluso inferior.
Por lo tanto la introducción del coche eléctrico, supondría una autentica revolución y un cambio de concepto en el mercado del automóvil, el cual arrastraría a las compañías eléctricas, ya que lo que se vendería sería un servicio, y no vehículo, como ocurre en la actualidad. Se utilizaría una forma innovadora de financiación. A cambio de una cuota mensual fija y conocida, se proporciona la batería, el vehículo, la electricidad y toda la infraestructura de recarga y cambio de baterías, mantenimiento y atención al cliente. El resultado final es que el cliente acabará pagando en cómodas cuotas mensuales una cifra similar o inferior a la que hoy gasta en los vehículos de gasolina o gasóleo.