Una razón más para promover los vehículos eléctricos y la energía eólica: Dos millones de personas mueren al año por la contaminación del aire

Ginebra- La contaminación del aire causa la muerte de dos millones de personas al año, según afirmó la Organización Mundial de la Meteorología (OMM).

La institución elaboró un informe titulado “El tiempo, el clima y el aire que respiramos” con motivo del Día Mundial de la Meteorología que se celebra el próximo lunes, 23 de marzo.

Según el estudio de la OMM, en Europa la contaminación reduce la vida de los ciudadanos de entre 4 a 36 meses, aunque la media es de nueve meses.

“Los gases y las partículas tóxicas que son emitidas en la atmósfera tienen efectos muy nocivos para la salud humana”, afirmó el director general de la OMM, Michel Jarraud.

El problema es que el calentamiento global va a exacerbar la contaminación atmosférica a causa del aumento de la desertificación, que provocará más tormentas de arena, y del incremento de incendios, que intensificarán la presencia de partículas nocivas.

Es por ello que Jarraud hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que se mantengan los compromisos en la lucha contra el cambio climático en un año “clave”, dado que habrá sendas conferencias en Ginebra y en Copenhague para intentar aunar posiciones y establecer una agenda mundial consensuada.

En España la contaminación atmosférica, en gran parte ocasionada por el tráfico, ocasiona la muerte anual prematura de unas 14.000 personas.

Las energías renovables no contaminantes, como la solar y la eólica, junto con la electrificación del transporte por carretera, pueden reducir de manera drástica la contaminación atmosférica y las emisiones que contribuyen al cambio climático.

————————————–

 El tiempo, el clima y el aire que respiramos
Mensaje de Michel Jarraud, Secretario General de la OMM ,
en ocasión del Día Meteorológico Mundial 2009

El 23 de marzo de cada año la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la comunidad meteorológica mundial celebran el Día Meteorológico Mundial, que conmemora la entrada en vigor, ese mismo día de 1950, del Convenio de la OMM por el que se creó la Organización, justo 30 días después de que los Miembros depositaran el 30º instrumento de ratificación o adhesión. La OMM asumió desde entonces las responsabilidades de su predecesora, la Organización Meteorológica Internacional (OMI), creada por el Primer Congreso Meteorológico Internacional celebrado en Viena en septiembre de 1873 con el objetivo de facilitar la colaboración internacional en la esfera de la meteorología, en particular las observaciones coordinadas y los instrumentos normalizados.

Un año después de esa reestructuración, en 1951, se designó a la OMM organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas. En la actualidad, la Organización cuenta con muchos más Miembros, a saber, 188 países y territorios, y ha ampliado su mandato con el fin de que abarcara las cuestiones relacionadas con el agua y el medio ambiente.

Como es costumbre que la celebración del Día Meteorológico Mundial se centre en un tema concreto, el Consejo Ejecutivo de la OMM decidió que el tema de 2009 sería “El tiempo, el clima y el aire que respiramos”. Este tema es particularmente adecuado en un momento en que las distintas comunidades del mundo se esfuerzan por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, establecidos por las Naciones Unidas, en especial en lo que se refiere a la salud, la alimentación, la seguridad de los recursos hídricos y el alivio de la pobreza, y asimismo se esfuerzan por aumentar su eficacia para prevenir y atenuar los desastres naturales, el 90% de los cuales está directamente relacionado con los riesgos de efectos meteorológicos, climatológicos e hidrológicos y, por consiguiente, se incluyen en el mandato de la OMM. Además, los científicos y profesionales de la medicina son cada vez más conscientes de los vínculos fundamentales que existen entre el tiempo, el clima, la composición del aire que respiramos y sus efectos sobre la salud humana.

Durante muchos siglos, los humanos consiguieron adaptarse bastante bien a las repercusiones del tiempo y el clima al adecuar la vivienda, la producción alimentaria, el suministro de energía y los medios de vida a las condiciones climáticas y medioambientales. Sin embargo, en los últimos decenios, el crecimiento demográfico, el mayor uso de la energía y el desarrollo industrial han contribuido a la emisión de gases y partículas que pueden afectar, y de hecho afectan, a la salud humana. De ahí que el asma, las enfermedades cardíacas, el cáncer de pulmón y muchas otras afecciones médicas se hayan visto agravadas o incluso hayan sido provocadas por el empeoramiento de la calidad del aire. Además, la contaminación del aire vulnera la economía mundial, la seguridad alimentaria y de los recursos hídricos y el desarrollo sostenible al dañar las plantas, los cultivos y los ecosistemas.

Es interesante recordar que Hipócrates (c. 460–377 AC), considerado por muchos el “padre de la medicina”, rechazó la superstición en favor de la observación científica, realizó una clasificación de las enfermedades y estableció conjuntos de normas morales y profesionales que continúan siendo válidas hoy en día. En particular, en su obra publicada en el siglo V AC “Sobre los aires, aguas y lugares” se examinan los efectos del clima, el suministro de agua y las regiones sobre la salud humana y se realiza una comparación de las condiciones geofísicas de la vida en Europa y Asia. En la época de Hipócrates en general se aceptaba que tan solo existían cuatro elementos: el agua, el aire, el fuego y la tierra con sus correspondientes cualidades de frío, sequedad, calor y humedad. Si éstas estuvieran presentes en el cuerpo humano en su justa medida y en el lugar apropiado, se gozaría de buena salud pero si el equilibrio se alteraba también se deterioraba la salud. Hoy en día sabemos que los gases y partículas residuales que se encuentran en el aire tienen un impacto considerable sobre el tiempo, el clima y la calidad del aire.

Los meteorólogos, climatólogos y químicos atmosféricos contribuyen actualmente a la atenuación de los impactos del tiempo, el clima y la calidad del aire que respiramos ya que trabajan conjuntamente, para proporcionar predicciones y análisis de la distribución atmosférica y la concentración y el transporte de gases y partículas en la atmósfera, a los profesionales de la medicina y los científicos ambientales.

Desde los años cincuenta la OMM ha estado a la vanguardia de la coordinación de las observaciones y análisis de la composición atmosférica. La información sobre los gases de efecto invernadero, aerosoles y ozono, así como los parámetros clásicos de observación meteorológica e hidrológica hoy en día, se obtienen periódicamente gracias a las redes mundiales de estaciones de superficie in situ y de teledetección, sondas instaladas en globos, aeronaves y satélites. Ello ha contribuido a comprender el cambio de la composición química de la atmósfera y constituye la base científica de nuestros conocimientos actuales sobre los efectos del tiempo y el clima en la calidad del aire, así como las repercusiones recíprocas de los componentes del aire en el tiempo y el clima.

Muchos ejemplos de esta actividad innovadora de la OMM se remontan a los estudios científicos publicados en el contexto del Año Polar Internacional y del Año Geofísico Internacional, gracias a los trabajos de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) de los Miembros de la OMM y en colaboración con otras organizaciones internacionales. En ese sentido, la OMM ha participado de forma activa en las iniciativas internacionales destinadas a evaluar nuestra atmósfera cambiante en lo que se refiere a los contaminantes del aire como el ozono al nivel del suelo, el smog, las partículas, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono, que en su mayoría son resultado de la combustión industrial, urbana y vehicular de los combustibles fósiles. La OMM fue una de las organizaciones fundadoras de las tres principales convenciones relacionadas con la composición atmosférica: la Convención sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a larga distancia de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (1979), el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono (1985) y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1994). En la actualidad, la OMM continúa suscribiendo las disposiciones de estos mecanismos internacionales esenciales en el marco de la acción mundial.

Muchos de los subproductos contaminantes del aire de la revolución industrial también son responsables de otros cambios que actualmente observamos en nuestro clima y que quedan al margen de la variabilidad natural que se esperaba obtener de los efectos astronómicos y geofísicos por sí solos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), copatrocinado por la OMM, publicó su Cuarto Informe de Evaluación y recibió el prestigioso Premio Nobel de la Paz en 2007. El Grupo llegó a la conclusión de que el cambio climático es indiscutible y muy probablemente se debe al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero antropógenos. El IPCC también prevé que aumente la frecuencia y la intensidad de las inundaciones, las sequías y otros fenómenos meteorológicos y climáticos extremos como consecuencia de los cambios en el clima, en particular las olas de calor que pueden tener efectos perjudiciales para la salud humana, exacerbar la contaminación y propagar los incendios forestales.

El viento, la lluvia, la nieve, la luz del sol y la temperatura pueden tener distintos grados de incidencia en la dispersión y la permanencia de los contaminantes atmosféricos. El calor urbano puede atrapar a los contaminantes mientras que la lluvia y la nieve tienden a eliminarlos de la atmósfera y a dispersarlos por el suelo y los océanos. Los científicos pueden utilizar modelos meteorológicos para evaluar y predecir las características de la contaminación del aire. En consecuencia, las predicciones oportunas, pertinentes y exactas de la calidad del aire contribuyen a proteger las vidas y los bienes y complementan las predicciones meteorológicas más tradicionales.

Aunque el desarrollo de las predicciones regionales de la calidad del aire ha mejorado considerablemente en los últimos 30 años, todavía es difícil que lleguen a las comunidades locales en el momento oportuno. Sin embargo, un número cada vez mayor de SMHN se sirve de las predicciones sobre la calidad del aire y muchos de esos Servicios también proporcionan una amplia gama de índices y advertencias como los códigos de colores. Como en cada región varía la manera en la que se difunden los índices y las advertencias, la OMM facilita la formación para maximizar la eficacia de esos productos y sus beneficios sociales.

Esos productos nunca han sido tan necesarios como ahora. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año perecen prematuramente 2 millones de personas debido a la contaminación del aire. Incluso concentraciones relativamente bajas de ozono, partículas y contaminantes conexos pueden tener efectos importantes en las afecciones respiratorias y cardíacas, en particular en los países en desarrollo, de modo que las predicciones de la calidad del aire son una buena oportunidad para emitir alertas tempranas y contribuyen a atenuar los peligros relacionados con los contaminantes atmosféricos.

A medida que las megaciudades crecen y se expanden, la contaminación urbana cada vez afecta a más personas en todo el mundo. Aproximadamente la mitad de la población mundial vive en grandes ciudades, que carecen de sistemas de vigilancia de la calidad del aire, en particular en los países en desarrollo. Por consiguiente, la movilización de recursos y la formulación de políticas adecuadas para vigilar y hacer frente a la contaminación del aire en estos países en un desafío cada vez más importante. La Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM y el Programa Mundial de Investigación Meteorológica están ampliando de forma activa el conjunto de servicios relacionados con la calidad del aire de que se dispone actualmente a través de los SMHN de los Miembros de la OMM. Ya se han puesto en marcha una serie de proyectos en distintos países para mejorar la predicción de la contaminación del aire y la prevención de sus efectos conexos.

Además de coordinar la predicción de la calidad del aire, la OMM promueve la investigación en el ámbito de su contaminación. Las partículas en suspensión, o aerosoles, son decisivas para determinar la absorción o el reflejo del calor por parte de la superficie de la Tierra, las nubes y la atmósfera así como la formación de esas nubes y precipitaciones. Aunque conforme transcurren los días la lluvia se lleva la mayor parte de los aerosoles de la parte baja de la atmósfera, algunas partículas pueden permanecer durante períodos más largos en las masas del aire más secas y en la parte alta de la atmósfera produciendo distintos efectos. Por consiguiente, los estudios relacionados con los aerosoles han pasado a ser una importante esfera de investigación y serán uno de los componentes principales de los modelos de próxima generación de predicción del clima y el tiempo.

La calidad del aire también es decisiva en lo que se refiere al contenido de la arena y el polvo, que reduce la visibilidad, estropea los cultivos y afecta al clima local. Hacer frente a los problemas específicos de las tormentas de arena y polvo es uno de los principales objetivos del Sistema de la OMM de aviso, evaluación y advertencia de tormentas de arena y polvo, que apoya el desarrollo de predicciones específicas conexas así como la investigación y la evaluación de los efectos de las tormentas de arena y polvo. Algunos Miembros de la OMM y organizaciones asociadas actualmente participan en la investigación y la predicción operacional de esos fenómenos peligrosos que principalmente repercuten en África, Asia y América del Norte.

Además, los SMHN de los Estados Miembros de la OMM y algunas de las organizaciones asociadas de la Organización desempeñan un papel clave en la vigilancia de las emergencias medioambientales y en la respuesta a éstas. Cuando se producen emergencias de ese tipo, que pueden desprender sustancias peligrosas, como derrames de sustancias químicas, una erupción volcánica, enfermedades transmitidas por vectores de la atmósfera o un accidente en una central nuclear, los meteorólogos pueden contribuir a predecir su subsiguiente dispersión y propagación. A ese respecto, el programa de la OMM de Actividades de Respuesta de Emergencia facilita la modelización numérica de los contaminantes del aire por parte de una red de Centros Meteorológicos Regionales Especializados de la OMM, en estrecha colaboración con la OMS, el Organismo Internacional de Energía Atómica, la Organización de Aviación Civil Internacional y otros asociados.

A través de los programas relacionados con la calidad del aire, la OMM y los SMHN de sus Miembros conciencian a los encargados de la adopción de políticas y al público, sobre la estrecha relación que existe entre el tiempo, el clima y el aire que respiramos suministrando la información más pertinente y fundamentada. Se trata de una colaboración que exige la cooperación de muchas comunidades y sectores, cuya importancia se pondrá de relieve este año en la Tercera Conferencia Mundial sobre el Clima que se celebrará en Ginebra del 31 de agosto al 4 de septiembre.

En el curso de esa colaboración decisiva, los SMHN continuarán siendo clave para proteger la salud humana y el medio ambiente. Confío en que el tema del Día Meteorológico Mundial de 2009 contribuya a fomentar la participación de todos los Miembros y socios de la OMM al más alto nivel y con este motivo deseo felicitarles sin reservas.

www.wmo.int/wmd/documents/OMM-1035_WMD_S.pdf