“Esto podría revolucionar nuestro transporte", dijo el Delanoë. La idea de implantar el Autolib surgió del éxito que ha tenido el programa Vèlib, con el que centenares de bicicletas son alquiladas por los transeúntes y después depositadas en otro punto de la ciudad. Esta fórmula ha sido adaptada a otras ciudades europeas como Berlín y Barcelona.
La apuesta de Delanoë por los coches eléctricos ha sido muy fuerte. El alcalde ha doblado el número de coches que el proyecto proponía, pasando de los 2.000 a 4.000 unidades. Además, el político socialista extendió el alquiler de los automóviles a las zonas periféricas de la capital. El modelo de los vehículos está aún por determinar.
“Un sistema informatizado te permitirá anunciar dónde entregarás el auto una vez que subas en él, para que cuando llegues haya un sitio de estacionamiento disponible", dijo el alcalde en la entrevista. Los usuarios podrán suscribirse al servicio anualmente, o podrán utilizarlo al contratarlo en los puntos de alquiler. El Consistorio estudia también la posibilidad de que los ciudadanos puedan alquilar el coche con su abono de transportes. Quedan pendientes las tarifas, aunque varios medios franceses han citado estudios en manos del Ayuntamiento que sugieren un precio de entre 200-250 euros mensuales para conducir unos 90 kilómetros.
Si el proyecto del alcalde Bertrand Delanoe se hace realidad, una persona podrá recoger un auto eléctrico en la margen izquierda del Sena, cruzar el río, subir por las calles de Monmartre y entregarlo allí, pagando únicamente por los minutos usados. Igual que con el programa Velib de bicicletas, una persona podrá alquilar un auto en uno de 700 sitios habilitados y devolverlo en otro.
Este tipo de planes está ganando popularidad en muchos países, pero generalmente son compañías privadas como Zipcar. Autolib, en cambio, es una iniciativa de la municipalidad de París. Uno de los objetivos de esta iniciativa es combatir la contaminación. Según Annick Lepetit, vicealcalde a cargo del transporte, Autolib intentará atraer a las personas que consideran comprar su primer auto, en la esperanza de disuadirlos de que lo hagan.
Aseguró que un reciente estudio indica que la mayoría de los parisinos ve con buenos ojos la idea de compartir autos con planes como el de Autolib, incluidos muchos que tienen carnet de conducir pero no tienen autos.
Abeykoon Kapugoda, de 50 años, es un maitre de hotel que vive en el suburbio de Villejuif y tiene un auto. Pero en París prefiere usar autobuses para evitarse el tener que encontrar estacionamiento.
"Si resulta tan fácil estacionar en los centros de Autolib, lo usaría", afirmó, mientras esperaba por un autobús. "Y desde ya que preferiría conducir un vehículo que no contamina".
A Elsa Bergamo, estudiante universitaria de 21 años, le encanta el programa de Velib. Como tantos parisinos jóvenes, no tiene licencia de conducir –sacar una cuesta bastante dinero–, pero de todos modos se siente intrigada por el concepto de Autolib. "No todo el mundo está en condiciones de comprar un auto, de modo que esto podría ser muy útil", manifestó.
Si el proyecto de Autolib tiene tanto éxito como el de las bicicletas, daría impulso a la campaña del alcalde Delanoe en procura del liderazgo del Partido Socialista. En los siete años que lleva en la alcaldía Delanoe ha librado una gran batalla contra los congestionamientos de tráfico y la contaminación.
Velib comenzó a funcionar en julio del 2007 y le cambió la fisonomía a París, incorporando 16.000 bicicletas plateadas que se alquilan en 1.200 centros diseminados a lo largo y ancho de la ciudad. En un año hubo 29 millones de alquileres y unas 200.000 personas se abonaron al servicio.